Sentir ansiedad a lo largo de nuestra vida es muy común, y aunque hay muchos tratamientos eficaces, uno de los más exitosos es la terapia cognitivo conductual (TCC).
La TCC es un tipo de psicoterapia que ayuda a las personas a cambiar su forma de pensar y de comportarse en situaciones estresantes.
En esta entrada del blog hablaremos de cómo la TCC puede ayudarte a sanar tu ansiedad y a vivir una vida más plena.
La terapia cognitivo conductual enseña estrategias, métodos y técnicas que han demostrado ser muy útiles en temas como depresión, ansiedad, ira excesiva, pánico, celos, culpa, vergüenza, entre otros.
A la par, estas técnicas también ayudan a tener mejores relaciones, manejar mejor el estrés, aumentar nuestra autoestima, tener un mejor concepto de nosotros mismos, sentirnos más capaces y valiosos y mejorar así nuestra calidad de vida.
"Cognitivo” se refiere a lo que pensamos y cómo lo pensamos. Así que la terapia cognitiva conductual se destaca por la comprensión de los pensamientos, las creencias y las conductas que están relacionadas a estos mismos pensamientos y emociones.
Una de las principales premisas sobre la terapia cognitiva conductual es que los pensamientos sobre un suceso o una experiencia influyen en nuestra respuesta emocional y conductual.
Si estás teniendo un día bastante estresado y comienzas a vivir una experiencia corporal de ansiedad (con sintomatología física como taquicardias, sensación de falta de aire, mareos, sudoración fría, entre otros), es probable que te asustes, sobre todo porque sabes que esta respuesta de alerta es normal e inofensiva.
Podrías tener pensamientos como “esto no es normal, algo malo me está pasando, me voy a desmayar, nadie me va a ayudar e incluso voy a morir.” Estos pensamientos a su vez harán que el miedo, en lugar de disminuir (como naturalmente ocurre ya que una emoción no es eterna), aumente, y a su vez tengamos más señales de miedo en nuestro cuerpo.
Todas estas señales las podemos volver a malinterpretar e intentaremos (conductualmente) buscar ayuda, intentar relajarnos frenéticamente, tomar algún relajante, o incluso ir al doctor o a la sala de emergencias sólo para que nos digan que es ansiedad, ya que todo está en orden con nuestro cuerpo.
Ahí se ve la interacción entre nuestra experiencia, la interpretación que le damos a esa experiencia, la emoción que resulta y la conducta que tenemos.
En cambio, si dedicamos el tiempo para aprender sobre la ansiedad y darnos cuenta que no es algo peligroso, nuestra interpretación del suceso va a modificarse.
Pasará de:
"Esto no es normal, algo malo me está pasando, me voy a desmayar, nadie me va a ayudar e incluso voy a morir”.
A algo un tanto diferente como:
“Es normal que mi cuerpo esté bajo mucha tensión. He liberado adrenalina y por eso es normal sentir cómo se me acelera el cuerpo. Es algo natural y adaptativo. Sé que es algo molesto, pero no es peligroso. Todo va a estar bien, así como todas las otras veces que se me dispara la ansiedad y termina bajando en algún momento. Esto no tiene nada de malo. En lugar de intentar evitarlo voy a dejarme sentirlo”.
De esta forma, nuestro cuerpo estará más relajado y dejará de pelear frenéticamente por no sentir un malestar tan normal como lo es la ansiedad, sin buscar hospitales y médicos, confiando en nosotros mismos, y es así que poco a poco iremos saliendo del círculo vicioso de la ansiedad.
La terapia cognitiva conductual nos enseña a identificar y entender las relaciones entre los pensamientos, emociones y conductas en un montón de situaciones, no únicamente en temas de ansiedad, sino también en cuestiones cotidianas y sucesos importantes.
Las herramientas y técnicas que este tipo de terapia nos provee nos ayudarán a pensar menos en automático y más en nosotros mismos y en las situaciones de una manera más útil para cambiar pautas de pensamiento y conductas que no nos están ayudando y que muchas veces nos mantienen en círculos viciosos que refuerzan nuestra ansiedad, tristeza, celos, ira, etc.
Al final, estos cambios tienen la finalidad de ayudarnos a ser más felices, a estar más tranquilos y a sentir más confianza. Asimismo, nos permitirán establecer relaciones más positivas, tanto con nosotros mismos como con los demás y así poder disfrutar de ellas.
Podríamos decir que ir a terapia es como ir al gimnasio, pero un gimnasio mental. De lo que se trata es de ir identificando patrones o hábitos de pensamiento y conductas arraigados e ir modificando poco a poco estos hábitos con herramientas y ejercicios que deben ser utilizados en la vida cotidiana, ya que de nada sirve ir al gimnasio una vez cada semana o una vez cada quince días ¿o sí?
Mucho del éxito de la terapia cognitiva conductual reside en la toma de conciencia y en el cambio de conductas y de práctica. Imagina que quieres conseguir mantener una postura adecuada durante el día, sin embargo, llevas toda tu vida sentándote jorobado o con los pies sobre la silla; obviamente será lento el cambio y vas a necesitar estar consiente de que ya te estás jorobando otra vez para entonces poderte enderezar, y así durante varias veces; el punto es fortalecer los músculos de tu espalda que hasta ahora no han sido ejercitados, es por eso que necesitamos de constancia más que de perfección.
Los hábitos mentales son iguales a los hábitos corporales o a cualquier tipo de hábito: no por el simple hecho de darte cuanta de que te estás sentando mal un día vas a corregir tu postura para la posteridad, tienes que tomar la decisión activa todos los días de ir corrigiendo ese hábito. Lo mismo sucede con nuestros pensamientos, creencias y conductas. Y para eso estamos los profesionales de la salud mental: queremos ayudarte a empezar tu proceso.
Antes de despedirnos, queremos recordarte que toda la información que aquí te compartimos, así como las recomendaciones que hacemos, no sustituyen lo que es una terapia psicológica o un diagnóstico. Por lo que te invitamos a buscar ayuda profesional para encontrar la guía adecuada.
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Colaboradores: Karen Hidalgo.