Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) son dificultades que se asocian con una calidad de vida baja, afecciones en la autoestima, complicaciones en la interacción social y riesgo en el desarrollo de la salud física. Y uno de estos trastornos es la bulimia nerviosa, de la cual te platicaremos en este post. De igual manera, abordaremos el enfoque de la terapia cognitivo-conductual para que sepas cómo puede ayudar en la recuperación de la bulimia.
Es un trastorno de la conducta caracterizado por atracones recurrentes, es decir, por la ingesta de alimentos en un corto lapso (aproximadamente dos horas) en cantidades superiores a la que normalmente se consumiría, para posteriormente presentar comportamientos compensatorios como el vómito autoinducido, el abuso de laxantes o el ejercicio excesivo para evitar el aumento de peso. Aunque se desconoce la causa de la bulimia nerviosa, se ha sugerido que una combinación de factores biológicos, psicológicos y ambientales puede contribuir a su desarrollo.
Existen dos subtipos dentro de este trastorno: tipo purgativa y tipo no purgativa. La primera se caracteriza por recurrir a los vómitos autoinducidos o al abuso de laxantes, diuréticos o enemas para compensar los episodios de atracones. En cambio en la segunda se utilizan otros medios compensatorios inapropiados, como el ayuno o el ejercicio excesivo para evitar el aumento de peso.
La bulimia nerviosa suele empezar al final de la adolescencia o al principio de la edad adulta; sin embargo, también puede empezar durante la infancia. Es más frecuente en las mujeres que en los hombres, y se calcula que entre el 0.05 % y el 2 % de las mujeres padecen bulimia nerviosa en algún momento de su vida.
Es importante mencionar que la bulimia nerviosa es diferente de la anorexia nerviosa. Las personas con anorexia nerviosa suelen estar muy delgadas y tienen un intenso miedo a engordar, mientras que las personas con bulimia nerviosa pueden tener cualquier peso.
Como ya te platicamos, los atracones son lo que más caracteriza a este trastorno, pero muchas veces no es fácil darse cuenta, ya que las personas suelen ocultar este tipo de conductas alimentarias. Sin embargo, expresan frecuentemente su preocupación por el peso y la forma de su cuerpo, así como los pensamientos continuos sobre maneras de adelgazar.
Asimismo, las personas que padecen estos trastornos comparten esta serie de características: cambios de humor, sentimientos de culpa o vergüenza (sobre todo después de los atracones), la dificultad para aceptarse a sí mismos, la insatisfacción corporal, un miedo extremo a perder el control de su vida y la dificultad para aceptar las situaciones en las que se encuentran.
La bulimia nerviosa puede tener graves consecuencias físicas y psicológicas si no se trata. Algunas posibles consecuencias físicas son la deshidratación, el desequilibrio electrolítico, los problemas cardíacos, los problemas gastrointestinales y las irregularidades menstruales.
Desde el punto de vista psicológico, las personas con bulimia nerviosa suelen tener baja autoestima, depresión y trastornos de ansiedad. Asimismo, pueden desarrollar conductas autolesivas, como cortarse o hacer dietas excesivas.
Por eso es tan importante buscar tratamiento para la bulimia nerviosa. No obstante, uno de los grandes desafíos en el área de los TCA es la creación de intervenciones terapéuticas eficaces
Actualmente, gracias al esfuerzo de diversos profesionales de la salud mental podemos afirmar que las terapias de la Tercera Ola de las Terapias Cognitivo-Conductuales poseen características prometedoras para la intervención en la bulimia nerviosa.
Aquí nos enfocaremos en la Terapia de Aceptación y Compromiso (TAC), la Terapia Dialéctica Conductual (TDC) y la Terapia Cognitiva basada en Mindfulness.
La TAC posee una perspectiva enfocada al aprendizaje, haciendo hincapié en una aceptación y atención plena en situaciones que no pueden ser cambiadas. Para ello se implementa el uso de metáforas y ejercicios experienciales que ayuden al paciente a que aprenda de su propia experiencia.
Una persona que vive con bulimia nerviosa suele tener pensamientos, sentimientos y recuerdos que le provocan emociones displacenteras, así que uno de los planteamientos de la TAC es que la persona busca evitar estas experiencias. Una idea equivocada que surge a partir de no expresar lo que se está viviendo internamente es que hay personas que pueden controlar sus pensamientos y otras que no, generando así una visión del control como forma de éxito.
Aquí es donde entra el trabajo con valores: el terapeuta trabaja con los pacientes para identificar sus valores personales y luego les ayuda a comprometerse a comportarse de acuerdo con esos valores a pesar de las dificultades. Esto les permite conocerse mejor a sí mismos y volverse capaz de integrar esta serie de valores en su vida, para que vayan más allá de la imagen corporal y de la estética. ¿Qué significa esto? Que las personas con bulimia nerviosa pueden aprender a llevar una vida más satisfactoria, aunque sigan experimentando algunos síntomas del trastorno.
La TDC pone primordial atención en el reconocimiento y la validación de la vulnerabilidad emocional del paciente a partir de un enfoque cognitivo-conductual. Se basa en la idea de que las personas tienen razones válidas para comportarse como lo hacen, incluida la realización de conductas de atracón y purga. El objetivo de la TDC no es sólo reducir los síntomas, sino también ayudar a las personas a aprender nuevas habilidades para que puedan manejar mejor las emociones difíciles y las situaciones estresantes.
En personas con bulimia nerviosa su participación voluntaria y activa es un factor determinante para el desarrollo del tratamiento. Es por eso que en la TDC se establecen una serie de metas que se jerarquizan en función de la importancia que tenga cada una para el paciente. Toda la información que éste aporta es recogida en un diario y a partir de ahí se establecen los temas que van a ser tratados durante la terapia. Son varias las estrategias utilizadas para disminuir las conductas alimentarias, entre ellas la revisión del diario en cada una de las sesiones, así como un análisis conductual de la situación asociada a la jerarquía de metas del tratamiento.
Este modelo de intervención trabaja en paralelo con aspectos físicos y psicológicos, entrenando al paciente en técnicas de relajación física y atención mental a partir de prácticas meditativas.
La implementación de estas estrategias permite que los pensamientos negativos se observen como ideas pasajeras y se logre transitar de un estado emocional a otro, dando pie a que la persona pueda ver las experiencias desde diferentes perspectivas y relacionarse de forma diferente con ellas.
Esta conciencia crea un nuevo método para observar las experiencias cognitivas como ideas de las que se puede aprender. De esta forma, la persona será capaz de construir una mejor definición de sí misma y de ver el problema como un conjunto de experiencia que se puede resolver.
Es importante saber reconocer los signos y síntomas de la bulimia para así buscar la ayuda necesaria. Puede ser que la terapia cognitivo-conductual sea la respuesta. Hay varios enfoques diferentes de la TCC, pero los tres que te platicamos han demostrado ser eficaces para ayudar en la recuperación de la bulimia. Sea cual sea el enfoque elegido, recuerda que es posible llevar una vida más saludable.
Esperamos que este artículo haya sido útil para conocer más acerca de la bulimia y su tratamiento en la TCC. Te esperamos en nuestra página si quieres saber más información.
Antes de despedirnos, queremos recordarte que toda la información que aquí te compartimos, así como las recomendaciones que hacemos, no sustituyen lo que es una terapia psicológica o un diagnóstico. Por lo que te invitamos a buscar ayuda profesional para encontrar la guía adecuada.
Colaboradores: Angélica Palicio.