La ansiedad es una experiencia común para muchas personas que puede ser causada por diferentes cosas y manifestarse de maneras muy diversas, con sintomatología tanto física como emocional y mental.
La cuestión está en que para algunos la ansiedad puede llegar a ser debilitante e interferir en la vida diaria. Afortunadamente, existe también una variedad de tratamientos que pueden ayudarnos a sanar; uno de ellos es la terapia cognitivo conductual, de la cual hablaremos en esta entrada del blog. Así que sigue leyendo para saber más.
La ansiedad es una emoción, parte de un mecanismo adaptativo que nos permite prever amenazas. A través de la cognición podemos anticiparnos a estas amenazas movilizando los recursos necesarios para hacerle frente. Hasta aquí es un proceso evolutivo normal, e incluso esperable que suceda, pero ¿qué ocurre cuando se convierte en patológico?
Cuando este mecanismo se sobreactiva en situaciones neutrales que no son consideradas amenazas, aumentando su intensidad y frecuencia de duración, es que empieza el "problema", porque interfiere en nuestra vida diaria.
Siguiendo estos conceptos, la ansiedad es una emoción que se origina en nuestra mente: de forma automática realizamos una valoración de los eventos a través de nuestro marco de creencias y, con base en esa interpretación, se generan emociones y conductas acordes a lo que está sucediendo.
Por este motivo, la terapia cognitivo conductual es una de las mejores opciones para abordar la ansiedad, ya que este enfoque se centra exclusivamente en cómo nuestras cogniciones interfieren en la interpretación de los hechos generando consecuencias desagradables para la persona.
Pongamos un ejemplo del modelo ABC que se explica a toda persona en terapia:
Acontecimientos = A
Creencias = B
Consecuencias = C
Este quizás es un ejemplo fácil, pero, por lo general, las personas tendemos a asociar los acontecimientos (A) con aquello que ha traído consecuencias (C): creemos que (A) causa (C) cuando en verdad no lo hace.
Este modelo que te acabamos de explicar nos enseña que (A) genera (B), y estas creencias e interpretaciones de los hechos son los que provocan (C). Lo que suele suceder es que estas creencias (B) influyen mucho en cómo un mismo acontecimiento pueda tener consecuencias muy distintas para mí y para los demás. Esto sucede porque el marco de creencias (B) está impregnado de nuestra historia personal, valores, crianza, tipo de apego, miedos, entre otras.
Por este motivo, muchas veces nuestra mente genera ansiedad (C) en situaciones neutrales (A) y creemos que no está justificada, pero cuando revisamos (B) podemos comprender cómo se interpretaron los hechos (A) que generaron (C).
Es por eso que decimos que la terapia cognitivo conductual es uno de los mejores enfoques para tratar la ansiedad, ya que se centra sobre todo en identificar creencias distorsionadas, cuestionarlas y ajustarlas a la realidad: si cambiamos nuestro marco de creencias, modificaremos las consecuencias. Es como si limpiáramos las gafas a través de las cuales vemos el mundo.
De igual manera, es una terapia conductual porque se tiene en cuenta la conducta de la persona y cómo ésta influye en el mantenimiento del problema.
Pongamos el siguiente ejemplo: Imaginemos que una persona ha experimentado uno de los peores ataques de pánico en un banco, por lo que comienza a asociar los bancos como algo peligroso y, por lo tanto, a evitarlos. Esta evitación reforzaría su creencia de que los bancos son un lugar peligroso, y la próxima vez que tenga que ir a un banco es probable que no lo haga, limitando su vida y generando posibles consecuencias negativas en su accionar diario.
Esta es la razón por la cual en la terapia abordamos las creencias y conductas relacionadas a la situación problemática. Se busca que, a través de técnicas de exposición y desensibilización la persona rompa esta asociación y pueda ajustar su conducta a la realidad.
Actualmente, está científicamente comprobado que integrar la terapia cognitiva conductual con mindfulness es lo más eficaz para abordar los trastornos de ansiedad.
Con la ayuda del Mindfulness podemos entrenar a las personas con técnicas de respiración y atención para enseñarles a vivir en el presente, lo que disminuye su diálogo interno y, por consiguiente, la frecuencia de las creencias distorsionadas.
Además, la práctica de la atención incrementa la actitud de aceptación y compasión con uno mismo y los demás ante las dificultades que pueda estar viviendo, lo que aumenta nuestro bienestar emocional.
Te recomendamos que a la hora de elegir una terapia tengas en cuenta que no se trabaje sólo con tu mente, sino que también incluyas a tu cuerpo y a tu espíritu para sanar.
Todas las terapias tienen algo positivo para ofrecerte y ayudarte en el camino hacia tu desarrollo personal, pero, si estás viviendo con ansiedad en este momento, la ciencia recomienda abordarlo desde la terapia cognitivo conductual y el mindfulness, ya que estas dos terapias combinadas trabajan al ser humano en todas sus dimensiones: creencias, conductas, cuerpo y espíritu. Al tener una visión integral de tu cuerpo, podrás reconectar con tu interior y encontrar el mensaje que la ansiedad tiene para ti.
Antes de despedirnos, queremos recordarte que toda la información que aquí te compartimos, así como las recomendaciones que hacemos, no sustituyen lo que es una terapia psicológica o un diagnóstico. Por lo que te invitamos a buscar ayuda profesional para encontrar la guía adecuada.
Colaboradores: Celeste Parra.