Qué fácil sería que el culpable de nuestra ansiedad fuera nuestro cuerpo... qué fácil sería recibir una receta y seguirla. Con una pastilla bastaría.
qué fácil sería recibir una receta y seguirla,
qué fácil sería…
con una pastilla bastaría.
No tendríamos que cambiar nada en nuestro interior,
no tendríamos que cambiar nuestra vida,
sin esfuerzos…
sin salir del confort…
sin enfrentarnos a la vida,
con una pastilla bastaría.
Tan sólo levantar nuestra mano por un segundo,
llevar la tableta a nuestra boca,
pasarla con agua de sandía,
y listo,
con eso bastaría.
Pero no, no basta…
funciona por un rato,
duerme los síntomas,
la dejas de tomar…
y volvemos a empezar.
No basta la pastilla,
y no basta,
porque tu cuerpo no está mal,
funciona perfecto,
sabe lo que hace,
y lo hace perfecto.
¿Y sabes qué está haciendo?
gritarte,
llamarte la atención,
hacer berrinche,
quiere vivir,
lucha por sobrevivir.
Él trata de decirte algo,
necesita algo de ti,
necesita tu atención y tu cuidado,
necesita tu respeto y tu amor,
que le pongas a tu vida más color.
Así es que acéptalo…
va más allá de una pastilla,
va mas allá de hacer ejercicio.
Mándale a tu cuerpo pensamientos de vida,
demuéstrale que quieres disfrutar tu vida,
transforma tu vida,
transforma tu mente,
transforma lo que piensas de ti,
transforma tu realidad,
y la ansiedad se transformará con ella.