Últimamente me he dado cuenta que se nos dificulta sentirnos libres para ser libres.
O sea, no nos damos permiso de ser libres. Pareciera que en el fondo nos gusta tener ataduras, juzgarnos a nosotros mismos, ponernos reglas u obligarnos a hacer cosas que no queremos, a ser quien no queremos.
Pareciera que nos gusta estar apretaditos por una caja en la que nosotros mismos nos pusimos, quizás así nos sentimos seguros…. ¿será? Quizás en apariencia, pero no creo que funcione así.
No sé si conozcas la historia del elefante que amarraron desde chiquito a un poste y le enseñaron que al estar amarrado, no podía moverse. Con el paso del tiempo, en lugar de amarrarlo a ese poste, sólo lo amarraban a una silla de plástico. Si el elefante quisiera, podría darse la vuelta e irse caminando, pero no lo hacía porque pensaba que estaba amarrado.
Creo que de la misma forma nos sucede a nosotros los humanos, ya somos libres y podemos hacer uso de esa libertad, pero creemos que algo nos detiene, o que estamos imposibilitados, o que simplemente no lo merecemos.
Creo que se nos quedó muy bien grabada la idea de que es de princesas o de valientes estar atrapados; ser víctimas de la bruja malvada que no nos deja salir de nuestro castillo, o simplemente prisioneros en una cárcel de alta seguridad, ideando cómo salir de ahí.
Nos gusta estar planeando una estrategia para alcanzar una vida libre, fantaseando e idealizando todas las cosas que haríamos, claro, una vez que nos deshagamos de la bruja. Nos gusta estar soñando con esas tomas de películas en las que corres por el campo con los brazos abiertos, nadas en el mar sobre tu tabla de surf y duermes en la hamaca todo el día.
Nos gusta la idea de ser princesas o valientes encerrados por la malvada bruja
Pero una vez que llega el día de abrir la puerta y salir corriendo a la vida… damos un paso atrás, lo pensamos dos veces, dudamos y pensamos ¿y si fracaso? ¿y si salgo lastimado?
La bruja y la cárcel, son todos esos pretextos que nos ponemos para no hacer lo que realmente queremos, son todas esas obligaciones con las que tienes que cumplir antes de tener permiso de hacer lo que quieras con tu vida.
La bruja de tu cuento es tu miedo a fracasar en la vida, a verte vulnerable o a demostrarle a los demás que “no pudiste”. Tu miedo se disfraza de compromisos que tienes que cumplir, y se disfraza también de ansiedad, haciéndote creer que es por la ansiedad que no puedes hacer tu vida.
Tu miedo es el que te hace sentir aprisionado, soñando con las próximas vacaciones en las que te sentirás libre de nuevo.
Cuando se nos abre la puerta que nos aprisiona y nos dicen puedes hacer lo que quieres, eres libre, elige tu vida, nos quedamos con cara de “what” y preferimos quedarnos adentro, en nuestra zona segura.
Estar en la zona segura tiene muchas ventajas, quizás tienes limitaciones, pero te son familiares, existen caminos trazados una y otra vez, sin opción a que de repente te tengas que adaptar a algún cambio o sentir alguna incomodidad de la transición.
Cuando pierdas el miedo a fracasar, habrás alcanzado el éxito real
Tienes rutinas aburridas, pero al final del día, rutinas que te definen (según tu), y es mejor estar definido por rutinas que no saber quién eres.
Y al final del día, vivir en tu zona de confort es más fácil y más seguro, pero sobre todo… es más conveniente porque siempre habrá alguien o algo a quién culpar.
Imagínate que tomaras la responsabilidad de hacerte cargo de tu vida y hacer lo que quisieras de ella, y entonces… imagina que las cosas no salen como lo “planeado”, tienes que regresar con tus papás a pedirles ayuda, o pedir prestado.
Cualquier cosa que sucediera entonces, tú serías el único responsable.
Pero lo curioso es que esas cosas que pueden salir “mal” o “planes perfectos”, realmente no existen, son nada más una idea en nuestra mente, que nos dice que porque así funciona así debe de ser, y el problema con esto, es que puedes caer en limitaciones que van atrapando tu expresión personal, tu creatividad, inventiva, y sobre todo, van limitando esos momentos de éxtasis que podrías sentir por el mero hecho de existir, de vivir, de crear, de respirar.
El querer tener planes perfectos limita los momentos de éxtasis y creatividad.
Reconozco que no es fácil sentirse, saberse y actuar libremente; libre de nuestros juicios, de pensamientos que nos limitan a experimentar el placer de estar vivos en cada momento, libres de requisitos que nos hemos puesto para darnos permiso de ser felices, pero creo que vale la pena intentar vivir aunque sea un día, libre de todo eso que “tienes que hacer”, y dejándote ser tal y como eres.
Creo que un paso para salir de la ansiedad, y sobre todo de los ataques de pánico, es dejar de creer en esos pensamientos que no son verdad, que te están limitando y te están haciendo creer que eres prisionero de ésta condición, de ésta “enfermedad”, creo que esos pensamientos y esas ideas son un muy buen pretexto para no estar disfrutando de la vida, pero te reto a que veas la mentira detrás de esas ideas y de esos pensamientos.
¿Qué tanto la ansiedad se ha vuelto la bruja de tu cuento que no te deja ser libre? ¿Qué tanto tú te agarras de tu ansiedad para no arriesgarte a salir de tu zona controlada?
Te invito a que intentes vivir y sentir la siguiente verdad (aunque tu mente no lo crea)
No hay nada malo contigo, no tienes ninguna enfermedad, no está a punto de pasar nada malo, no tienes que estar en donde no quieres estar, no tienes que hacer lo que no quieres hacer, no tienes que ser quien no quieres ser, no tienes que ser diferente, no vas a fracasar si lo intentas
Te invito a ser tú mismo, a ser auténtico, a trazar tu propio camino, a liberarte de cualquier cosa que esté limitando tu expresión, y que entonces experimentes un gozo impresionante, de saber que estás yendo tras el sentido de tu vida, el cual se te revelará una vez que dejes de creer todo aquello que te limita y te tiene encerrado.
Te invito a que en ésta semana, identifiques qué cosas haces que te hacen sentir que estás aprisionado o bajo las leyes de alguien más, y que poco a poco vayas actuando según tus propias motivaciones. Recuerda que primero hay que satisfacerte a ti mismo, y después a los demás. Probablemente al ver por ti, mágicamente verás por los demás.
Y otra cosa, siéntete libre de elegir, aunque tu cuerpo empiece a actuar como “loco”, tú siempre puedes elegir relajarlo, y aunque tu mente empiece a decirte cosas extrañas, tu siempre puedes elegir creerle o no, tú eres quien cree o no, más no lo que siente tu cuerpo o piensa tu mente.
Por último, cierra tus ojos, y haz tres inhalaciones profundas, sintiendo precisamente ese sentimiento de libertad.