En este post te cuento cómo tener un propósito en la vida ayuda a tu cerebro y previene Alzheimer.
Así es; resulta que por muchos años se evaluaron a varias personas de un asilo, para un proyecto que se llama Memory and Aging Project. El estudio tenía el objetivo de encontrar diferencias cerebrales entre aquellas personas que desarrollaban Alzheimer y demencia contra las que no. Inclusive, estas personas donaban su cerebro para ser estudiado una vez que fallecían.
Y los resultados demostraron algo que muchos de nosotros ya “intuimos”, y es que se podían tener condiciones cerebrales parecidos, pero no necesariamente desarrollar las condiciones de Alzheimer.
Específicamente hubieron dos casos de unas hermanas, que se puede decir tenían más parecido aún por compartir información genética, una de ellas desarrolló Alzheimer y la otra no. Al morir, analizaron sus cerebros, y tenían aspectos muy parecidos relacionados al Alzheimer.
Y a pesar de que ambas tenían estos rasgos parecidos, sólo una de ellas lo desarrolló, ¿por qué? Porque la que no lo desarrolló tenía diferencias en su historia de vida. Como por ejemplo, estudió dos idiomas, tocaba instrumentos musicales, aprendía cosas nuevas leyendo libros, se mantenía socialmente activa y sobre todo, tenía una actitud positiva ante las dificultades y un propósito para vivir.
Esto les llamó la atención y siguieron investigando al respecto, confirmando con otros grupos, que tener un propósito en la vida, una red social de apoyo, una actitud de superación personal en lugar de derrotista, y un interés por aprender… prevenían la aparición de los signos de Alzheimer en personas adultas, a pesar, y lo subrayo, a pesar, de tener las condiciones físicas en sus cerebros que indicaran la enfermedad.
Así es que te comparto este estudio, porque muchas veces nos sentimos “víctimas” de nuestra genética y de nuestra fisiología…pero, la influencia de tu actitud ante la vida sí puede hacer la diferencia para prevenir enfermedades de salud mental, y seguramente también las físicas.
Y honestamente, yo estoy segura que lo que me ayudó a salir de los ataques de pánico, tan relativamente rápido, es que estaba convencida de que podía hacerlo, y que aunque no supiera para qué, sabía que tenía un propósito para vivir, y que esto que estaba viviendo tenía un propósito en sí, aunque fuera tan si quiera demostrarme a mí misma que podía volver a disfrutar de la vida.
Realmente casi todo lo que experimentas tú le puedes poner un propósito, tú tienes la libertad de decidir qué hacer con lo que vives, y a pesar de sufrir, puedes usar ese sufrimiento para algo “propositivo” aunque sea para ti, o para los demás. El punto es que no es que “todo lo que sucede es para algo”, sino que tú eres el que decide si lo que vives es para algo, o nada más para sufrir…
Es importante tener un propósito, un para qué, una motivación y un sentido por el cual dirigirte ante la vida, para no sentirte un títere o un ente animado solamente por la respiración, eres algo más que tu cuerpo y que tu cerebro, eres un ser que puede elegir tener un propósito para vivir y manifestarlo cada uno de los días de tu vida, con sus altibajos claro, con la flexibilidad de que cambie este propósito claro…pero no te rindas, que vivir vale la pena y tú puedes elegir el sentido que vivir tenga para ti.
El artículo que te comparto lo escribió David A. Bennett Director del Alzheimer’s Disease Center and the Robert C. Borwell. Y lo encuentras en la revista de agosto de Scientific American Mind.
Hay algo más allá del cerebro que repercute en el mismo cerebro, y que a pesar de las condiciones para “enfermar”, es en nuestras actitudes, estilo de vida, filosofía de vida y en este caso, en el propósito y motivación que tengamos para vivir… donde radica una oportunidad para tomar las riendas nosotros mismos y generarnos una vida con mayor calidad y salud.