Lo importante es saber reconocer si tienes ansiedad o si sólo estás ciscado.
Estar ciscado significa que te quedas alerta e hipervigilante a que eso desagradable que te sucedió en el pasado, no te vuelva a suceder ahora. Entonces te quedas con una actitud de desconfianza y una cierta paranoia.
En el caso de la ansiedad, te quedas desconfiando de ti, de tu cuerpo, de tu mente y de la vida en general, como si no pudieras volver a relajarte porque no fuera a ser que te ataquen por la espalda.
Hay dos fenómenos que yo identifico que pueden hacer que te quedes ciscado:
1. Tenemos un pegamento adentro de la cabeza
Bueno, no literalmente… Me refiero a que nuestras conexiones neuronales tienen memoria. Y si acostumbras a tus conexiones a tomar el mismo camino todos los días… (la noche = peligro) entonces después puede ser que ya no tengas ansiedad, pero que la noche te siga generando incomodidad.
Relacionamos cosas que entre sí no están relacionadas, como ponerte el swetter del día que tuviste tu primer ataque de pánico con sentirte mal (les confieso que en mi caso lo tuve que regalar), escuchar ciertas palabras y estresarte, ver a ciertas personas, oler ciertos olores… en fin, ¡podemos relacionar lo que sea!
2. Tenemos memoria corporal
Por otro lado, en nuestro cuerpo tenemos memoria muscular. Por eso es que ya no tienes que pensar en los movimientos de tu deporte favorito o en meter el clutch al mismo tiempo que la velocidad.
Ante la repetición de sensaciones desagradables en tu cuerpo, éste se acostumbra a ellas y las repite aunque tu ya no quieras.
Y entonces puede ser que si en las mañanas te despertabas pensando en lo miserable que eras, y tu cuerpo se “achicopalaba”, ahora amaneces tranquilo pero con el cuerpo aún achicopalado. O que de la nada empieces a apretar el estómago o la quijada mientras te relajas en la hamaca, o que te llegue una pequeña sensación de sudoración y luego luego te empiece el pulso acelerado.
Primero, deja de aspirar a la perfección
Es importante que sepas que el cuerpo y las emociones están en constante movimiento. De momentos estamos tranquilos, luego un poco más despiertos, después nos tensamos, luego nos volvemos a activar…
Estamos en movimiento, y nuestro cuerpo se readapta y se reacomoda constantemente. Por eso, evita asustarte ante la primera sensación “rara” que tengas. Evita querer sentirte perfecto todo el tiempo, sin sensaciones incómodas o sin emociones.
Recuerda que no eres un robot, tampoco eres piedra, tampoco eres árbol, no eres mesa ni zapato; eres humano, y los humanos sentimos.
Está bien que ahora te cuides más, pero no exageres
Después de la ansiedad yo recomiendo que nos enfoquemos más en cuidarnos, en amarnos y querernos (cosa que antes no hacíamos y por eso nos dio ansiedad) pero hay que tener cuidado de no caer en el exceso de “ya no me puedo desvelar ni un día porque no vaya a ser…”.
La idea es que conozcas tu cuerpo y a ti mismo, que sepas lo que te mantiene en equilibrio y lo que te quita el equilibrio, para que no tengan que llegar los avisos de tu cuerpo a decirte que necesitas hacer un alto, pero que te vayas amoldando a tu equilibrio, pues no siempre las mismas cosas actividades te llevarán a tu equilibrio.
Eso significa que de repente te das permiso de salir hasta tarde, de tomarte una cerveza o de internarte en las grutas de cacahuamilpa (lugar turístico en cuernavaca), porque eso era lo que necesitabas para estar en equilibrio.
Como decía el sabio de la película Comer, rezar, amar, “perder el equilibrio por amor es estar en equilibrio”. Por eso, no te obsesiones como Julia Roberts en la película en hacer todo lo que tienes que hacer para estar en equilibrio:
Déjate ser, ámate… y estarás en equilibrio.
Date cuenta de las cosas que te pasaban antes pero ahora las agrandas
Quizás antes al subir las escaleras se te subía el pulso y no pasaba nada, o te ahogabas tantito con la comida y tranquilamente tomabas el vaso de agua para pasártela, quizás hasta te reías de estos fenómenos.
Solo se consciente de qué tanto magnificas, agrandas o te adelantas a lo que sientes antes de que se convierta en algo más. Qué tanto tu conviertes lo que sientes en algo más, en lugar de quedarte con lo que en realidad era.
Despega lo que el pegamento pegó
Este punto requerirá de esfuerzo y de terapia conductual. O sea, si tu ya viste que la noche te inquieta, ahora te vas a dedicar a hacer lo que más te gusta en el momento que empieza a oscurecer.
Si cierta imagen, color o palabra inofensivo te genera inquietud, ahora puedes todos los días empezar a relacionar ese color o imagen con algo que sea positivo para ti.
Es darle la vuelta a la tortilla, y que tu mismo ahora te dediques a relacionar todo eso que en su momento representaba un peligro (y en realidad no lo es), con algo que sea agradable para ti.
Finalmente, quítale el poder a las cosas que no lo tienen
Y esto es muy importante también. Recuerda que el único y la única con el poder de determinar cómo te sientes, eres tu. La noche, tu ropa, el lugar en el que estás, o tu mismo cuerpo, no tienen el poder de quitarte la paz.
Así es que vuelve a tomar el poder que le has dado a todas esas cosas, y deja de verlos como los monstruos culpables de tu malestar.
El camión no es el culpable de que te sienta mal, tampoco el cine ni el elevador, mucho menos la enchilada que te recuerda a la vez que te ahogaste.
Tú eres el responsable y el que tiene el poder de decidir cómo sentirse ante todas esas cosas. Pero sí será necesario que te atrevas a enfrentarlos y cambiar el chip mental y corporal que te dicen que es peligroso.
Simplemente, para que recuperes tu paz y libertad interior; para que puedas volver a ir a todos los lugares que quieras y hacer las cosas que quieras; para que te cuides desde el amor, y no desde el miedo; para que te vuelvas a descubrir a ti mismo y crees tu vida como quieras crearla sin limitantes.
Para realmente liberarte de la ansiedad, has de liberarte de los miedos que ella dejó en tu interior.
Recuerda que tu tienes el poder de transformar tu realidad, hasta el grado de crear nuevos caminos neuronales y nuevas memorias corporales.Así es que te motivo a que te pongas en la misión de auto-entrenarte para lograr lo positivo que sí quieres experimentar en tu vida.