Te quiero compartir algunas claves que desde mi experiencia, me han ayudado a recuperar mi identidad después de la ansiedad.
Cuando pasamos por la ansiedad y decidimos hacer un trabajo interior para conectar y sanar la raíz que la está generando, a veces salimos un poco perdidos. Ya no encajamos en el caparazón que nos protegía y nuestras alas aún no se lanzan a volar. Podemos cambiar nuestros gustos y sentirnos desconectados de nuestra familia y amigos/as.
Cuando pasé por ese momento he de confesar que me asusté. No quería que ese miedo hacia mi misma me llevara nuevamente a la ansiedad, pero tampoco sabía muy bien hacia dónde dirigirme. Era un camino sin brújula y ante la incertidumbre decidí profundizar más sobre el crecimiento personal. Me especialicé en Coaching y varias terapias integrales. Leí muchísimos libros y artículos. A cada rato escuchaba audiolibros, veía conferencias y documentales sobre el tema. Pero algo dentro de mi me decía que parase. Ya no necesitaba más información externa. El vacío que sentía no estaba para llenarlo con propuestas externas, sino con la mía propia. ¿La mía? Si, la mía. Estaba llegando mi momento.
Necesité mucha saturación, lo reconozco. Cualquier texto, conferencia o artículo saciaba mi sed de saber, hasta que llegó el momento de confiar y empezar a caminar.
Realmente acudía a todo eso para no perder mi equilibrio. En Desansiedad hablamos mucho sobre la importancia de mantenerse en equilibrio. Es cierto. Sin darme cuenta estaba empezando a desequilibrarme: recibía mucha más información de la que daba. Estaba dejando de escucharme.
Al tener tantas herramientas hubo un momento en el que no estaba dejando espacio para la espontaneidad. Cierto es que cuando no tenemos herramientas necesitamos dejarnos guiar y ser apoyados. Pero cuando ya tenemos recursos de más necesitamos parar, conectar con nosotros mismos y decidir qué queremos hacer con todo eso que hemos ido adquiriendo para poder usarlo a nuestro favor.
Antes creía que esto del crecimiento personal era algo serio, rígido y con mucho sacrificio. Pero por lo que he ido experimentando es todo lo contrario, tiene que ver más con el juego, dejarte llevar y divertirte a cada paso.
Para conectar con esta parte si tuve que atreverme a perder mi equilibrio. Necesité re-equilibrar la balanza. Me rebelé y dejé de poner en práctica mis rutinas demasiado estrictas y me fui deshaciendo de cosas que realmente no me aportaban nada.
El crecimiento personal lejos de ser algo rígido, se acerca más al juego y la diversión
¿Sientes que no tienes tiempo para todo lo que quieres hacer?
Realmente con este punto entraba casi a diario en conflicto. Quería poner en práctica todas las herramientas que estaba aprendiendo pero a la vez, sentía que no me daba el día. Lo tenía todo tan planificado que se había convertido en obligación. Me encontraba en lucha con una vocecita que me decía: “no tengo ganas de hacerlo”. ¡Claro! ¿Cómo iba a tener ganas? Al estar contrarreloj todo el día, llegaba la noche y terminaba agotada. Cuando amanecía ya estaba con el “come come” de todo lo que “tenía” que hacer.
Al sentir ese nivel de saturación “corté por lo sano”, con casi todo. Me di cuenta de que no necesitaba incluir más cosas. Lo que necesitaba era empezar a vaciarme de toda la información almacenada y me propuse “hacer dieta” de información externa. Decidí estar una temporada sin leer, escuchar audio libros, ver la tv, ni entrar demasiado en internet.
Fue sorprendente cómo pude darme cuenta de cuánta información estaba almacenando y del poco tiempo que me daba para procesarla. A la vez me di cuenta de todo el tiempo disponible que me regala el día. Pude encontrarme con ese pedacito de mi que me sigue llamando con todas sus fuerzas: mi sabiduría y confianza en la vida. Esa luz capaz de llenar cualquier vacío y no de una forma temporal, sino infinita.
Tu propia sabiduría es esa luz capaz de iluminar y llenar cualquier vacío
Sé que muchas veces no sabemos qué hacer con el tiempo o con nuestra preciada libertad. Tenemos sed de nuevas experiencias pero a la vez, no sabemos cuáles.
Cuando ya hemos soltado lo que no nos funciona tenemos espacio para alimentarnos de nuevos sabores.
En mi caso quería apuntarme a muchas actividades. Quería experimentar de todo para conocer y abrirme a lo nuevo. Quizás había puesto muchas expectativas en “mi nueva vida” y me agobiaba con los horarios y las actividades. Ahora ya sé que no se trata tanto de apuntarme o no a muchas cosas sino de pequeños actos diarios. Seleccionar lo que quiero y lo que no. Desde mi peinado hasta la relación que quiero fortalecer o distanciar.
Puede que sientas que no tienes nada que compartir o que en el fondo no tienes talento ni creatividad para darle forma a tus sueños. Yo también creía eso. Déjame decirte que el talento y la creatividad no es un privilegio de unos pocos, sino una condición de cada uno de nosotros y que la manera de llegar a ella no es trabajando duro, es jugando y experimentando.
Cada uno de nosotros tenemos muchas cosas que contarle al mundo. Es tiempo de valorarnos y de salir a compartir. Todos somos maestros de nuestra propia vida.
Cada uno tiene maestría de andar en sus zapatos
Llevamos mucho tiempo en silencio siguiendo normas, intentando encajar en una sociedad que nos dicta lo que es aceptable y lo que no. Hemos reprimido nuestra propia esencia por miedo, por querer ser amados. Si has pasado por este proceso de la ansiedad ya estas listo/a para salir al mundo y aportar un pedacito de ti. Ser parte de esta nueva consciencia y del cambio que estamos experimentando.
Dale alas a tu propio avance, siéntete seguro. Cuando das voz a tu esencia ya estas protegido
No hay nada de malo en sentirse confundido y sin un camino claro a seguir. No hay nada de malo en no tener todas las respuestas, es parte del proceso. Ten paciencia y verás que poco a poco irás recogiendo los frutos que has ido cosechando. Date valor, no te subestimes, fluye con el día a día y ponte en manos de la vida.
Y tú …¿has descubierto lo valioso/a que eres?