Cada quién experimenta su propia realidad interna y ésta es la que está en nuestro poder definir, pero hay que aprender a usar nuestra atención.
Hace poco pensé que me daba mucho gusto ver nacer bloggers y líderes que transmiten conciencia y que lo están comunicando muy bien, mi sensación fue agradable de sentir que el mundo está mejorando pues se está poniendo de moda meditar y ser consciente; escucho mamás hablando de cómo quieren educar a sus hijos para que expresen sus emociones, veo escuelas enseñando Mindfulness a sus niños, me topo con personas inteligentes y sensibles en mi día a día…y lógicamente, para mí, el mundo está mejorando.
Pero claro, paso seguido llego al mercado y me encuentro con una señora que en medio de nuestra conversación dice “el mundo cada vez está peor”, mientras que la veía sentirse triste y debastada por eso.
Entonces, ¿cuál es la realidad? bueno, están los hechos, está lo que sucede en el mundo, pero ciertamente no podemos enterarnos de todo lo que sucede, claro que pesa más escuchar que hay guerra a escuchar un acto de bondad (como el señor de la farmacia que hoy me regaló una papilla para mi hijo al ver que no me alcanzó con lo que llevaba).
Pero a lo que me refiero es que no porque haya guerra los actos de bondad y de humanidad pesan menos.
Diario hay actos de todo tipos, tanto actos que provienen del amor como actos que provienen del temor. Claro, las noticias no nos ayudan, los chismes tampoco, la magnificación y catastrofización menos…pero, ¿qué realidad es la que quieres vivir?
Ahora, no se trata de minimizar ni hacer caso omiso de los hechos que suceden, pero se trata precisamente de poner atención tanto a lo positivo como a lo negativo, y darnos cuenta que no todo puede ser blanco ni negro.
Con nosotros mismos en nuestro interior sucede lo mismo, tenemos sensaciones agradables y otras desagradables, experimentamos momentos ligeros y otros más densos, nos topamos con gente que nos cae bien y con otros que no, tenemos pensamientos lindos y otros no tanto…
y al final del día, ¿con qué te quedas?
No se trata de llegar a una conclusión al final del día como de “fue un buen día”, simplemente se trata de aceptar el día como fue y darte cuenta que quizás el día de mañana puedes vivirlo más tranquilo si decides hacia dónde dirigir tu atención, y sobre todo, si decides dejar de magnificar.
Al ponerle atención a algo, de momento para tu mente parece ser lo único que existe y entonces aumenta su intensidad (sobre todo cuando pones atención a tus sensaciones, pensamientos y emociones).
Pero después de hacerlo, hay que volver a ampliar nuestra atención a toda la realidad, a todo nuestro cuerpo y a todas las emociones que podamos estar experimentando.
Lo padre de todo esto, es que puedes elegir a qué ponerle atención, y que cuando te sientas denso, negativo o con malestar, puedas aceptar lo desagradable pero también ponerle atención a lo agradable.
Y de la misma forma con lo exterior, tú puedes elegir obsesionarte con un ruido perturbante o fijarte en la flor que está en algún lugar de tu visión cercana.
Por ejemplo, hoy nos entregaron nuestra casa nueva (yeiii) y estábamos esperando para ver el atardecer, y como no había otra cosa que hacer más que barrer, me puse a barrer, llegó mi esposo y me dijo ¿qué haces? a lo que le respondí “pues adelantando que hay mucho que hacer, si no…¿qué hago?, a lo que me respondió “disfrutar…?”
Y entonces me cayó el veinte, estaba poniendo mi atención a todo lo que había por hacer y dejé de poner atención al atardecer y ese momento especial en el que estábamos ahí por primera vez. Dejé la escoba y me fui a disfrutar. Ahora, no significa que no hayan cosas por hacer, tampoco que vay a dejar de hacerlas, simplemente significa que en ese momento decidí ponerle atención a algo más especial que barrer.
Yo sé que la realidad exterior es importante, pero ésta sólamente la vamos a poder mejorar como sociedad cuando nos enfoquemos en mejorar nuestra realidad interior; cuando dejemos de darle más importancia a lo negativo que a lo positivo (ambas tendrían la misma importancia), pero hay que esforzarnos por dirigir nuestra atención a lo agradable en nosotros para verlo en el exterior y fomentarlo.
Lo negativo no lo podremos quitar desde la lucha ni desde la queja. Quejándonos del gobierno, de la sociedad o de nuestra familia jamás podremos hacer las paces con ellos o influir en ellos. Pero una vez que lo aceptas y te dedicas a lo que sí depende de ti, puedes entonces compartir con los demás lo que eres capaz de experimentar en tu interior.
Entonces, enfócate primero en tu realidad interior, decidiendo en qué quieres poner tu atención.
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