Quizás sientes que te ahogas porque estás encerrado en medio de cuatro paredes dentro de tu mente; murallas que has construido para defenderte.
Quizás sientes que no puedes respirar entre tantas exigencias, deberías, presiones y obligaciones; requisitos que te pusiste para ser aceptado y valorado por los demás.
Quizás sientes que te ahogas porque la armadura que te pusiste ya está muy pesada, y ha llegado el momento de quitártela.
¿Qué te ahoga? ¿Es a caso tanta atención que te pones a ti mismo? ¿Alguna persona que no te deja ser? ¿Las ideas sobre el futuro? ¿La necesidad de ser perfecto? ¿El ritmo acelerado que pareciera que no puedes frenar?
¿O son esos tantos dolores que has ido acumulando en tu pecho y ahora te piden salir? ¿Emociones que has callado pensando que no tenías el derecho de expresarlas? ¿Es la presión de eso que escondes para protegerte de no sentirlo?
Date la oportunidad de liberarte de todo esto, rebelarte ante las exigencias y salir corriendo de esas murallas de tu mente, sumérgete en esa área libre que hay detrás de ellas, donde puedes ser, expresar, elegir, bailar, descansar, ser tu prioridad, volver a soñar...
Haz a un lado las falsas ideas de que dependes de los demás, de que no puedes solo, de que tienes que tener todas las respuestas antes de dar un paso, de que tienes que ser perfecto antes de dejarte ver por los demás. Haz a un lado la falsa idea de que no mereces ser feliz, de que tienes que sacrificarte o esforzarte demasiado, de que tu pasado te define, de que tu futuro te limita.
Recuérdate a ti mismo que naciste para auto definirte a pesar de todo eso, y que sí, eres libre de dar el paso hacia la dirección que quieras tomar, y aunque no tengas claro el destino al que te diriges, ten clara tu intención: conocerte a ti, valorarte, quererte y ser libre.En esa libertad, te prometo, volverás a sentir que puedes respirar.