Las familias donde algún miembro (padres) manifiesta alguna adicción, tienen ciertos mecanismos para afrontar esta situación.
Los hijos crecen con cierta inseguridad emocional y afectiva, pues al ver a uno de los padres fuera de control, sin la claridad o presencia física o emocional para resolver los problemas diarios, cuidarlos y protegerlos, es que se acostumbran a sentirse en riesgo, en peligro y con la necesidad de estar alertas y preocupados para para poder mantener todo bajo control, inclusive sus propias emociones.
No es que un miembro sea adicto, toda la familia es adicta. No es que un miembro de la familia sea el del problema, y que los demás estén bien. No, todos los miembros se ven afectados y son en cierta medida responsables de que se mantenga y continúe ésta situación.
La familia participa de discusiones, conflictos, y una alta preocupación y paranoia sobre la situación de ese miembro de la familia. Ese miembro es señalado y juzgado como el culpable del problema, pero en realidad es toda la dinámica familiar y sobre todo de pareja la que suscita el problema.
No existen culpables, todos son responsables.
Los hijos son los menos responsables de que esto suceda, pero curiosamente, son los que más adquieren la responsabilidad de solucionar la situación, de buscar ayuda para el padre o madre que tiene este problema.
Por otra parte, también se pueden sentir culpables de que su padre o madre tenga un problema emocional, y se echan el saco a la espalda de salvarlo o ayudarlo.
De igual manera existe mucha cantidad de enojo, pues en el fondo te da coraje que no te puedan dar lo que necesitas, y que tú tengas que estar jugando al papel de mamá o papá que no te corresponde. Lo haces por amor, pero sabes que no te corresponde.
Todas estas estrategias en cierta medida generan mucha ansiedad, pues se vive en un estado constante de alerta, donde las necesidades básicas de seguridad no están cubiertas pues el padre no es capaz de cubrirlas.
La mayor cantidad de ansiedad dependerá de la cantidad de control que se quiera ejercer bajo la situación, y de qué tan responsable te sientas de salvar a tu papá o mamá, junto con qué tanto dejas de hacer tu vida y de ver por ti mismo por ver por él o ella.
Esto mezclado con una alta sensibilidad emocional, que te lleva a necesitar aún más la seguridad que proviene de ver a tus papas capaces de ver por ti. Además de que esta sensibilidad te hará percibir su sufrimiento y esto te generará en ti mismo dolor que quisieras evitar.
Si tú ves que tus papas no son capaces de resolver sus propios problemas, ¿Cómo podrán ayudarte a resolver los tuyos?
Por eso es que mientras tú más necesites que ellos vean por ti y te cubran esas necesidades, o mientras más hayas sentido que no las cubrieron, más tendencia tendrás a vivir con ansiedad.
La codependencia es cuando sientes que no puedes separarte física o emocionalmente de una persona, que tu paz depende de la relación y de la otra persona, que necesitas cubrir sus necesidades, que sientes culpa cuando te alejas y al mismo tiempo te sientes ahogado por la relación.
Es una mezcla entre amor y enojo, miedo y ansias por libertad.
Así es que si te encuentras en esta situación, reconoce que probablemente tengas codependencia con esa persona.
Normalmente la persona que desarrolla la adicción tiene miedo al abandono, y hará todo lo posible (chantajes, berrinches, reclamos) para que tú no te alejes. Y tu, la parte codependiente, probablemente eres muy sensible y no eres capaz de tolerar la frustración que te genera ver sufrir a tu ser querido.
Esto genera que te acerques y te alejes constantemente, que te sientas confundido en tus emociones hacia esa persona, que te cueste trabajo poner límites en tu vida, incapacidad para expresar tu enojo, sentimientos de culpa y en ocasiones vergüenza, y quizás, que te busques alguien más en quién canalizar tu codependencia.
Finalmente, ocupa tu lugar de hijo que te corresponde, un hijo es un hijo, no un padre, mucho menos pareja de sus papas, eres hijo, y si tienes hermanos, entonces estás acompañado, no tienes que asumir todo el paquete tu sólo/a
Confiar, amarlo, respetarlo por quien es, admirarlo, ver sus fortalezas, y sobre todo… volver a confiar que puedes amarlo y que no saldrás lastimado, pues recuerda que eso depende de ti, no de él o de ella. Cuando veas que estás a punto de lastimarte, haz algo al respecto, pero no te prives de la oportunidad de amarlo y aceptarlo tal y como es.
Atrévete a ver por ti mismo, y verás que terminas embarrando a los demás de tu salud mental y felicidad.