Te recomiendo dejar de querer responder la pregunta y empezar por dar el primer paso tan sólo con la certeza de lo que tienes en el presente.
Si te dejas llevar por lo que te inspira, terminarás haciendo lo que te apasiona.
Si no sabes lo que quieres hacer hoy, ¿cómo sabrás lo que quieres hacer con tu vida?
Dime, ¿cuántos días de la semana te preguntas qué se te antoja hacer y lo haces? o ¿cuántos días de la semana te forzas a hacer cosas que no quieres, o bien, te sientes un zombie caminando sin sentido?
Cuando te encuentres sin saber lo que quieres hacer con tu vida, no quieras responder la gran pregunta y tener la gran respuesta, eso solamente te generar más tensión emocional y menos verás la respuesta.
Toda gran construcción comenzó poniendo un primer ladrillo, y quizás tú estás esperando a tener los planos y dibujo de lo que quieres construir, y como no los tienes… no pones el primer ladrillo, estás ahí contemplando el vacío o la pared, esperando a que llegue la gran respuesta.
Así es que no quieras tener el plano y la foto ideal, con la vida no sucede así, con la vida necesitas vivir el presente para determinar cómo quieres vivir hoy; necesitas poner el primer ladrillo y a partir de ahí dejarte inspirar.
La mejor manera de asegurar tu futuro es viviendo el presente, si hoy estás en el lugar que quieres estar, haciendo lo que realmente quieres hacer, con la flexibilidad de descubrir lo que te trae el día de mañana de nuevo, seguramente estarás siempre en el lugar que quieres estar.
Lo importante es que hagas lo que hagas con tu vida, tengas siempre una intención general clara, por ejemplo, tu intención de vivir puede ser disfrutar, ser feliz, aprender, evolucionar, crecer, expandirte… y entonces con esa intención general clara, te vas dejando experimentar lo que la vida te ofrece, siempre guiado por tu intuición.
Estamos demasiado condicionados a creer que nuestros antojos son malos, casi casi que si les hacemos caso, nos iremos al infierno. Y al vivir con esa creencia, podemos llegar a creer que entonces nosotros somos malos, y que no podemos confiar en lo que queremos porque no es bueno para nosotros.
Y no es así, si lo que se te antoja hacer no te daña y tampoco daña a los demás, si no te enferma a la larga, o enferma a los demás… entonces ¿por qué habría de ser algo malo?
Como dice Odin Dupeyron en su obra “A vivir” la cual te recomiendo ampliamente ir a ver. Si no te daña, lastima o enferma… ¡hazlo!
Es totalmente válido que de vez en cuando no te exigas de hacer nada y simplemente duermas todo el día y observes la pared y veas series y comas palomitas. Pero esto se vale cuando ves que tu cuerpo te lo está pidiendo porque está agotado y necesita hacer un descanso.
Cuando ya se hace una rutina o costumbre, o la normalidad de tu vida… entonces sí necesitas forzarte y ponerte los tennis y salir a caminar, ir a comprar tus pinturas y ponerte a pintar, volver a tocar el instrumento, salir con algún amigo o amiga… tomar el aire de afuera, dejar que te de el sol.
Ubica si estás en un círculo vicioso y sí ten la disposición a salir de ahí.
Entonces, si no sabes tampoco qué quieres hacer hoy, a veces ayuda recordar lo que se te antojaba y te gustaba hacer antes, y forzarte a hacerlo, aunque no tengas ganas, y observar que al final, eso mismo te inyectó de ganas.
Una vez que lo hagas, no te cuestiones “y qué caso tiene ponerme a jugar con cochecitos”, simplemente hazlo, lo importante es activar dentro de ti el impulso y la chispa de motivación que está apagada. ¿Qué tal que de ahí se te ocurre que quieres diseñar coches? ¿o ser piloto?
Y de ahí te sigues, tú empiezas a seguir los pasos de lo que tu inspiración e intuición te pide, y con los ojos bien atentos y las orejas bien abiertas para descubrir eso que quieres hacer, y ya de ahí, puedes empezar a emprender el reto de hacer de tu pasión tu ingreso económico.
A veces esperamos que nos den ganas de hacer las cosas, para entonces sí hacer las cosas. Y no funciona así, porque si ya vienes de un ciclo vicioso de cansancio, sin ganas y sin saber claro qué quieres, no te darán ganas.
sin ganas – sin acción – sin disfrute – menos ganas de hacer las cosas – menos ganas – menos acción – menos disfrute
acción – disfrute – ganas para hacerlo otra vez – más acción – más disfrute – más ganas de hacer eso y otras cosas otra vez.
Así es que por lo menos un día a la semana, déjate hacer absolutamente todo lo que se te antoje. Pregúntate por las mañanas, qué se me antoja hacer hoy, y si realmente no puedes hacerlo por el trabajo y tus obligaciones… entonces tienes un muy buen reto, de cómo convertir tu vida en algo que disfrutes todos los días.
Si no disfrutas tu diario vivir, será mucho más difícil que disfrutes de tu vida, pues tu vida se conforma de tu vida diaria. Transforma tu día, y transformarás tu vida.
En desansiedad estamos convencidos de que no somos esclavos de nadie ni de nada, si sientes que eres esclavo de las circunstancias y que “no hay de otra”, o inclusive, esclavo de la ansiedad que no te permite hacer lo que quieres hacer… entonces te invito a irle volteando la moneda, y demostrarle que aunque sean pequeñas cosas, si puedes empezar a hacer, así ella vaya ahí acompañándote.
Llévate tu ansiedad contigo e invítala a que conozca quien eres, y quizás ahí se de cuenta que no tiene nada que hacer contigo y se pueda ir.