¿Sufres ansiedad por las presiones de ser mamá, encontrar pareja o cumplir con mandatos familiares? Si es así, entonces este post es para ti.
Cuando nos encontramos ante cambios de paradigmas sociales, es imposible no trasladarlos a la esfera personal y comprobar qué tan cerca estamos de lo nuevo. Eso es lo que yo experimenté de alguna manera durante muchos años, por eso quiero compartir contigo esta reflexión para que puedas liberarte de tus creencias, impuestas o adquiridas.
Las mujeres que estamos en los treinta (y más aún las que tienen más de esa edad), hemos convivido con figuras femeninas en donde la soledad o la palabra mal usada “solterona” eran sinónimos de tristeza, abandono y una vida incompleta. Yo crecí leyendo cuentos de hadas en donde la princesa tenía que esperar a que el príncipe valiente y apuesto viniera a buscarla y esas escenas quedan grabadas en la memoria de muchas niñas durante años, al igual que en la mía. Debo decir que ni los padres son culpables, ni los escritores. Los primeros sólo nos acercaban historias clásicas y universales, y los segundos se encontraron con otras realidades que describir, con casi un siglo de diferencia con respecto a los lectores. Sin embargo, tanto cuento con estereotipo idéntico, hizo que muchas de nosotras busquemos eso mismo en la vida real, o al menos algo similar.
A esto hay que agregarle los mandatos sociales, los cuales indicaron por mucho tiempo que la mujer debe ser madre, sino su fecundidad sería un elemento inútil. El objetivo primordial de toda mujer era encontrar un buen hombre y tener su propia familia (lo cual no es malo), pero cuando esto cercena la libertad individual y pasa por alto los verdaderos deseos de una misma, es cuando la batalla interna puede comenzar, entre el deber y el querer. Y en muchos casos, el deber suponía pertenecer a lo que se dice “normal” o esperable dentro de cualquier sociedad y ser señalada o discriminada se sentía desagradable. Esto lo pudimos ver en muchas películas, novelas de televisión y en la vida real.
Por último, están las presiones familiares o dentro de los círculos más íntimos, como el barrio o el trabajo, pero principalmente las primeras. Aquí se experimentan las emociones más fuertes porque cuando son las propias personas de alrededor las que nos hacen ver que nuestra vida no va como debería o que el tiempo pasa y no tienes hijos y nos repiten incesantemente todo lo que “no” estamos haciendo o cumpliendo, es cuando más vulnerables nos ponemos. Y, como sabemos, toda emoción se expresa en el cuerpo y la ansiedad con sus síntomas aparece. Queremos convertirnos en algo que no somos o queremos algo que no tenemos y eso genera angustia.
Siento que como primera medida, es necesario comprender que la mayor parte de tus años vividos han sido marcados por innumerables historias y sucesos que lograron marcar una huella en nuestro sistema de creencias, pero estas no son fijas o permanentes. Cambiar la sociedad y los grupos por donde nos movemos de un día al otro es imposible pero sí estamos siendo testigos de nuevos movimientos en donde la mujer ha adquirido otro protagonismo y se puede ver en los diferentes tipos de contenidos visuales en televisión, películas o libros. El mundo ha avanzado y tú también debes avanzar dentro de tu propio espacio.
El segundo paso es escucharse. Escucha lo que quieres para tu vida. No hay herramienta más poderosa que la verdad, y compartir lo que anhelas con tus seres queridos no debería avergonzarte, sino todo lo contrario. La ansiedad generalmente aparece porque no estamos prestando atención a nuestros verdaderos deseos y quién mejor que tú para saber lo que quieres para ser feliz. Lo que tú decidas es lo que importa. Si no quieres ser madre estás en tu derecho porque la maternidad es una opción y no una imposición. Si quieres brindar amor de otras formas, las hay y muchas, pero el mero hecho de cuidar de ti misma, ya es un acto de amor.
Ser mujer es hermoso así como ser hombre también lo es. Vive tu libertad emocional de manera sana y auténtica, recuerda que lo que el mundo pregona como lo “correcto” ya dejó de serlo cuando esto va en contra de tu verdadero ser.
No esperes por ningún príncipe azul, vístete tú de azul y verás qué hermosa puedes sentirte. Si sientes ansiedad por esa persona que no llega, recuerda que en esa espera lo único que estás haciendo es olvidarte de ti. Es como si estuvieras esperando en una estación el tren que te lleva a cierto destino pero, mientras lo hacías, frente a tus ojos sucedieron miles de eventos a tu alrededor y, por temor a que el tren llegue y se te pase, te perdiste de la magia de cada momento y de compartir con otras personas. El tiempo no se detiene y esperar sólo produce más angustia. Suelta el control y disfruta de este instante que es solo tuyo.
El único mandato que debes de cumplir es amarte como nadie más podrá hacerlo, conocerte como nadie más lo hará y sentirte plena haciendo lo que te apasiona. Cuando empieces a cumplirlo, la ansiedad ya habrá sido parte de un cuento de hadas.