Muchas veces nos encontramos con obstáculos al meditar.
Hay otros obstáculos como ruidos fuertes, olores o información exterior que esté muy intensa y no “te deje meditar”. Entonces…¿qué puedes hacer con todo esto?
Vívelo. Experiméntalo. Llévalo a su máximo potencial de experiencia.
Por ejemplo, si te encuentras “obsesionado” con sentir alguna sensación en específico como tragar saliva, llevar tus ojos hacia tu nariz al poner atención a tu respiración, o si te encuentras resistiéndote a querer controlar tu respiración…entonces, haz todo eso en exceso, maximízalo y hazlo a propósito.
Date permiso y haz a propósito eso que ya no quieres seguir haciendo, pues entonces, al ponerle toda tu intención y atención a eso, de repente, sucede que de cierta forma se cubre tu necesidad de hacerlo, y cesa.
A veces al hacer esto puedes descubrir que había un propósito por el cual tu atención se fugaba a esto, quizás descubrir algo detrás de un pensamiento o una imagen o simplemente sanar algún dolor físico o hacer las paces con un ruido externo, o simplemente descubrir cómo es que funciona eso que haces que no te gusta y vivirlo en su máximo potencial para poder comprenderlo y después transformarlo.
El punto es que resistirte ante los obstáculos y luchar contra ellos mientras que intentas meditar, no funciona. Cuando te encuentres haciendo esto, vive el obstáculo, date permiso de experimentarlo y conócelo, a ver qué descubres.
Esto mismo se aplica a la vida cotidiana, muchas veces te sientes física o emocionalmente mal, y al resistirte ante ello porque “no te deja hacer tus actividades”, nada más logra que te tenses más mientras que haces tus actividades con tu atención dividida.
Estoy convencida que todo fenómeno en nuestro interior, por más desagradable que de inicio parezca, trae consigo una intención, una necesidad o algún aprendizaje para nosotros. Así es que sumérgete en eso y haz las paces con lo que te impide meditar.
Creo que en realidad eso es meditar…
Y ya después, regresas tu atención a tu respiración, pero como una decisión porque ya tuviste suficiente de hacer lo otro, y no tanto desde la lucha, la cual no funciona.
Recuerda que no hay prisa, que no se trata de que “aproveches los 20 minutos de meditar poniendo solamente atención a tu respiración”, se trata de que vayas atendiendo y resolviendo lo que va apareciendo, y si te dio tiempo de estar 5 minutos al cien en tu respiración, ¡qué bueno! pero no siempre ese es el objetivo.
Muchas veces por querer aprovechar el tiempo, acabamos terminando de meditar de malas o defraudados y sin ganas de volver a hacerlo, pues claro, ¿quién quiere sentarse 20 minutos a luchar contra sí mismo?
Date el tiempo de atender y resolver lo que te va apareciendo, claro que se vale tener tu intención clara desde el principio, pero no te generes una experiencia desagradable por aferrarte a cumplir esa intención. A veces sucede que la intención se cumple cuando nos abandonamos a la experiencia tal y como es. En otras palabras, ten clara tu intención y luego sumérgete en la experiencia, recordando que tu intención normalmente es disfrutar, aprender, expandir tu conciencia…y no tanto, “permanecer con mente en blanco en mi respiración por 20 minutos”.
Cada vez que te encuentres luchando contigo mismo o con algo de tu interior, date permiso de experimentar aquello contra lo que luches, sin juicios, con apertura para descubrir algo…y al hacer las paces abandonarás la lucha para poder decidir ahora sí, hacia dónde quieres dirigir tu atención.