Si la incomodidad hacia lo que sientes te mantiene en lucha y te sientes confuso sobre el tema, este post es para ti.
El otro día salí a correr por la mañana, hacía mucho frío y soplaba el viento con rachas unas más fuertes que otras. Al principio de manera instintiva mi reacción fue de apretar más, correr más rápido de mi ritmo habitual. Lo que hacía cansarme y desanimarme. Hasta que llegué a una zona en la que el viento estaba a mi favor y disminuí el ritmo, recuperando el esfuerzo anterior.
Con esto me vino una reflexión…¿para qué exigirme más cuando las condiciones son más duras? ¿puedo seguir corriendo sin desgastarme tanto?
En ese momento cambié de técnica. En los lugares en los que el viento frenaba el ritmo, disminuí la marcha. Seguía con mi objetivo de la carrera, pero ya no luchaba, economizaba mis recursos. Cuando el viento estaba a mi favor, lo aprovechaba para adelantar y subir algo más el ritmo.
Estoy segura de que si hubiera seguido exigiéndome como al principio, no hubiese corrido el tiempo que previamente me marqué. ¿Me costó? Si. ¿Abandoné la lucha? También.
Reconocí la resistencia de “abandona, hoy no es un buen día, el tiempo no acompaña” y negocié con mi cuerpo bajando el ritmo. El camino más sencillo hubiese sido, hacer caso de esos pensamientos, confirmarlos y concluir “los días con frío y viento son horribles para correr”.
Esa reacción hubiese sido la automática, la que la mente había planeado para ahorrar recursos, sin esfuerzo. En cambio reconocí ese mecanismo y elegí cuestionar esos pensamientos y experimentar otra estrategia.
El hacer un alto y tomar otra elección nos genera cierta resistencia inicial porque conlleva un esfuerzo. Sin embargo, tienes la elección de elegir cómo quieres responder y descubrir nuevas conclusiones.
Algo así pasa con la ansiedad cuando surge la reacción de huir, intentamos luchar contra esa reacción automática e instintiva exigiéndonos más.
Nos tensamos, resistimos e incluso nos culpamos. Pero …¿qué pasaría si conocemos su origen?: Comprendemos por qué reaccionamos así y negociamos.
Cuando estamos ante un reto, estresados o ante algo nuevo, nuestra parte instintiva reacciona primero. Quiere mantenernos a salvo porque se cree en peligro, así que su reacción para ahorrar energía es de evitación. No quiere cuestionarse, solo sobrevivir.
En esos momentos, nuestra parte racional está desconectada. No pensamos con claridad porque estamos luchando en contra de esa resistencia, se nos va la energía por ahí.
Te comparto un video muy interesante del Dr. Siegel´s que explica esto en profundidad (puedes poner subtítulos en español)
Como habrás podido observar, en situaciones de estrés actuamos en modo reptiliano; emoción/ reacción. Así que no necesitas luchar en contra de tu instinto sino TOMAR CONSCIENCIA del mecanismo.
Es cierto que hay una resistencia inicial que necesitas experimentar y es ahí donde puedes poner en práctica los pasos que te proponemos en Dale Alas a la Ansiedad de: hacer un alto, sentir tus sensaciones, aceptar lo que sientes, aflojar tu estómago, tomar un par de respiraciones conscientes y activar tu parte racional para recordarte este mecanismo y ubicarte en la realidad.
Así es que en esta ocasión te invito a que, en lugar de agregar tensión, luchando en contra de la resistencia natural que se presenta en la ansiedad, tomes consciencia de ese proceso, lo EXPERIMENTES y llegues a nuevas conclusiones.