Exponerte a demostrar con la realidad que esas creencias son mentira te ayudará a liberarte.
Cuando tenemos miedo al ridículo básicamente evitamos situaciones en las que profetizamos que nos podríamos exponer a hacerlo, como por ejemplo, pasar a exponer frente a la clase, asistir a reuniones sociales donde no conoces muchas personas, salir a la calle cuando te sientes un poco mal, dejar de ir a lugares donde no apruebas tu comportamiento o tu apariencia (albercas, playa, discotecas, etc).
Y más adelante, éste miedo al ridículo, es uno de los autores originales de la agorafobia, pues evitamos salir por miedo a ser mal vistos, ya sea como débiles o simplemente ser vistos teniendo un ataque de pánico.
Básicamente, cuando tenemos miedo al ridículo, dejamos de hacer cosas que quizás en el fondo sí se nos antojan hacer, porque dudamos de que nuestra ejecución vaya a ser perfecta, y tenemos miedo de ser foco de atención de los demás, y por ende, de sus críticas, burlas o comentarios.
Realmente casi todos nuestros miedos tienen una creencia detrás que los origina, en éste caso, el miedo al ridículo está fundamentado en creencias como:
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Todas estas creencias son irracionales, pues si te fijas, tienen dentro de ellas las palabras "debo, siempre, jamás, insoportable, mal", y todo eso, son juicios absolutistas y totalizadores fundamentados en conclusiones que fuiste llegando en tu niñez y adolescencia sobre quién tenías que ser, en lugar de dejarte ser tal y como eras.
Además, ¿quién dice que no podrías tolerar las críticas de los demás? quizás te duelan o sean un golpe para tu ego, quizás en algún momento de tu vida las recibiste y fue doloroso… pero, podrías tolerarlas y no sería el fin del mundo… Por otro lado ¿quién dice que tienes que gustarle a todos los demás? es como si te dijeras a ti mismo que te tiene que gustar todo el mundo y que tienes que aprobar el comportamiento de todos los que te rodean… ¿y quién dice que si alguien desaprueba tu comportamiento habla mal de ti? acaso con una sola ejecución tuya ya estás definido?
¿Quién te dijo que tenías que ser fuerte y estable todo el tiempo? ¿en qué momento llegaste a esa conclusión?
Por ejemplo, cuando tú crees que estás seguro de que los demás ya están pensando mal de ti, o pensarían mal de ti si te ven teniendo un ataque de pánico o pasando en frente a exponer, estás haciendo la distorsión de "lectura del pensamiento". La lectura del pensamiento es una distorsión cognitiva pues aunque la telepatía sí existe, (desde mi punto de vista), no puedes estar 100 por ciento seguro de lo que los demás piensan.
O sea, quien en realidad se está exigiendo ser fuerte, perfecto y agradable…eres tú, pues en el fondo te juzgas y te exiges serlo, en el fondo no te gustas de lleno tal y como eres, y entonces te escondes, pues si tú te juzgas así…¿cómo te juzgarán los demás?
Recuerda que si tu supieras quién eres, te gustaras y confiaras en ti, aún y aunque tuvieras "defectos", no te importaría los comentarios de los demás, pues tú conoces tu verdad, tú sabes quién eres. Es como muchas veces les he dicho, si yo soy castaña de pelo corto, y llega alguien y me dice "se ve horrible tu pelo güero largo…" pues tan sólo me reiría de su comentario y le recomendaría un psicólogo.
Esto ya lo sabes y lo has escuchado muchísimas veces, pero no está de más repetirlo:
Si tu no te juzgas a ti mismo… dejará de importarte lo que piensen los demás de ti, o más bien, si tu te aceptas a ti mismo… dejarás de buscar la aceptación de los demás.
Por ejemplo, si te da miedo hacer el ridículo… pregúntate ¿qué crees que pensarían los demás de ti si lo haces?
Las respuestas que encuentres, probablemente son los juicios y autoexigencias que te haces, los "deberías", los requisitos que te has puesto para darte permiso de ser feliz o de sentirte a salvo.
Por ejemplo, si me da miedo hablar frente a los demás porque qué tal que me equivoco y hago el ridículo…y me pregunto ¿qué pensarían los demás de mí? mis respuestas serían: que crean que soy incompetente, que no sé lo que estoy haciendo, que desaprueben mis conocimientos.
Esto significa (y en muchas ocasiones así lo ha sido), que dentro de mi, yo me desapruebo y me exijo no equivocarme para sentirme segura de que sé lo que estoy haciendo y confiar en mis conocimientos.
Digamos que en el fondo se trata de ti, de tus inseguridades, de tus creencias y de tus necesidades para sentirte a salvo, y son esas las que hay que desmentir y corregir.
Al igual que los miedos a fracasar o equivocarte… el miedo a hacer el ridículo tan sólo habla de que para ti (así como para el resto de la humanidad), es fundamental sentirte amado, y te has hecho a la idea de que para ser amado, no debes de dar lata, debes de aparentar perfección y simular estabilidad emocional… siempre.
Y el día que te conviertas en robot y lo logres, por favor avísame, para empezarme a preocupar.
Pues eres humano, y la perfección está en la naturalidad de como eres, no en una simulación aparente de máscaras y poses.
Si sientes que el tema de dejarte ver o ser auténtico realmente te cuesta trabajo, te recomiendo la guía que escribí de Enciende tu esencia, pues ahí te guía con más ejercicios para lograr esto.
También te recomiendo escuchar el siguiente audio para perder el miedo a hablar en público.
David Burns, en su libro de Adiós, Ansiedad, da un ejemplo de un paciente que le tenía miedo a llegar a una reunión y que vieran que estaba sudando, que eso le impedía acercarse a conocer mujeres, estaba obsesionado con estar siempre limpio y oliendo rico, así es que le dejó una exposición: salir corriendo de su casa al café más cercano, llegar sudando, pararse en medio de la gente, alzar las manos y decir "hello ladies…" (no recuerdo bien la frase pero ésta quedaría muy bien jeje).
Lo que ésta persona descubrió es que no sólo no hizo el ridículo, sino que terminó conociendo mujeres que se acercaron al verlo tan seguro de sí mismo.
La idea con la exposición es que te lleves al extremo de lo que te da miedo que los demás se den cuenta, y realmente, con tan sólo pensar en hacerlo, el miedo empieza a disminuir, si realmente te das cuenta de lo ilógico que puede sonar.
En mi caso personal, superé el miedo al ridículo cuando aprendí a hablar frente a grupos, y lo que me forcé a hacer fue a dejar de estar hasta adelante del grupo donde sólo pudieran verme algunos, y pasar a intercalarme entre los participantes, además, de que dejé de pensar antes todo lo que iba a decir, dejándome ser más espontánea, y ahí descubrí que la espontaneidad es el ingrediente clave para dar un buen taller.
Para superar el miedo al ridículo, pregúntate cuáles son las exigencias que te haces a ti mismo sobre quién deberías de ser, date cuenta que los demás no están esperando eso de ti, y déjate ser más natural, tal y como eres, aceptándote primero a ti, para poder dejar pasar por desapercibido lo que pudieran o no, pensar los demás de ti.