Ser empático es ponerte en los zapatos del otro, pero no para entenderlo o para hacerlo cambiar.
Ser empático es ponerte en los zapatos del otro, pero no para entenderlo o para hacerlo cambiar, sino para realmente sentir lo que está viviendo, sentirlo junto con él o ella… por unos momentos.
La palabra viene de “pathos” que significa sufrimiento, dolor, así es que empatía significa que compartes el sufrimiento, el dolor de la otra persona. Y ojo, mucho ojo, compartir no significa cargar su dolor, tampoco significa quitárselo, significa estar ahí para compartirlo un rato.
Puedes ser empático contigo mismo, con tus hijos, con tu pareja, con tus compañeros del trabajo, con la señora de la tienda, con alguien que recibe una mala noticia, que está pasando un mal rato, niños haciendo berrinches… realmente, con cualquier persona que esté pasando por un momento emocional.
Especialmente contigo mismo, con algún ser querido que necesite de tu apoyo y con tus hijos, verás que mejora muchísimo tu conexión con ellos. Y en el caso de los hijos, les estarás enseñando a ser empáticos con ellos mismos, lo cual les servirá de salvavidas emocional en su vida.
Los seres humanos estamos sedientos de conexión, de ahí las recientes adicciones a las redes sociales donde nos simulan que estamos conectados con el mundo. Necesitamos conexión genuina, humana y verdadera, poder ver a los ojos a otra persona y encontrarnos en ella, sentir que sin palabras, existo ante la otra persona, así, tal y como estoy ahora.
Y te platico que cuando yo me sentía con mucha ansiedad o deprimida, lo que a veces me pesaba mucho, era sentirme desconectada de los demás, sentir que no podía ir a decirle a alguien o que sentía porque luego luego recibiría un sermón, un consejo, minimización y también magnificación de lo que me pasaba.
No quería que nadie me dijera nada, solamente quería que alguien me escuchara, que estuviera ahí para decirme… “si, está de la patada”, necesitaba un abrazo sin palabras y una mirada tierna, necesitaba conectar.
Ser empático sin decir nada por ayudarle al otro a mejorar está difícil, estamos muy acostumbrados a hacerlo. Te confieso que llevo 3 años entrenándome a mi misma para ser empática con mi hijo sin caer en decirle que hacer, y no es fácil.. no es nada fácil.
Presenciar el dolor ajeno nos incomoda, nos duele también, y buscamos bajar el dolor del otro para quitarnos esa incomoidad.
Así es, somos humanos y somos vulnerables, y qué tiene de malo serlo? en la sociedad actual no nos permitimos mucho serlo, y por eso es que tanto queremos huir de nuestro propio dolor, como el del otro, y mucho más, del dolor que nos genera ver al otro pasarla mal.
Así es que para ser empático, necesitarás sentir y vivir la incomodidad de no hacer nada por resolver, la incomodidad del silencio.
Al ser empático y sentir, estarás haciendo mucho, estarás conectando. Lo cual acá entre nos, se ha investigado mucho que es lo que más anhelamos como seres humanos. Así es que no te sientas mal por no hacer nada por arreglar al otro, con estar ahí, conectando contigo, con él o con ella, estarás haciendo mucho.
Te digo yo lo he estado practicando, y lógicamente que al principio me sentía salida de una película de inglés doblado al español, pero…vale la pena. Algunas frases empáticas son:
Lo que a mi me ha ayudado mucho es irme a los hechos, tanto los visibles como los no visibles, y reflejarlos con tus palabras. Es como si te convirtieras en un espejo que le reflejara al otro lo que está sucediendo, hay veces que no es tan tangible, pero tu sabes que el otro está sufriendo, y entonces… díselo. Dile que puedes ver que está sufriendo, y nada más… no tienes que decir nada más.
El decir “ya ya, no pasó nada”, es algo más allá de cultural, lo traemos casi que en la sangre. Con mi hijo pasa a cada rato que se cae y cualquier persona llega a consolarlo diciéndole “ya ya, no está pasando nada”, y mi intervención ha sido “no sí, sí está pasando, se cayó… y le dolió, te caíste y te dolió verdad mi amor? Y esto lo empecé a hacer no porque estuviera ideológicamente aferrada a este estilo de ser mamá, sino porque vi los resultados.
Estando yo con él en la casa, si se caía y yo le decía “te caíste… estás llorando… ¿te dolió?”, en menos de un minuto dejaba de llorar, pero en verdad probé lo contrario, y si le decía “no pasó nada”, entonces.. hasta más se aferraba a llorar, pues claro, lo que queremos, es reconocimiento.
Que el otro reconozca mis emociones, mis dolores, mis caídas, no que las niegue, pues al negar lo que le pasa al otro, negamos al otro. Así es que sí, sí te está pasando algo, sí le está pasando algo al otro, y reconocerlo ayuda a empezar a sanar.
Cuando la otra persona la está pasando mal, a veces dice cosas que pueden herirte o llevarte a dudar que tu presencia no es suficiente, que lo que has hecho por ayudarle tampoco lo es… o que nada de lo que hagas podrá ayudarle. Y bueno, es verdad.. no está en tus manos sacar al otro de su sufrimiento,únicamente si se trata de sacarte a ti del tuyo.
Pero, ayuda mucho no tomarlo personal, saber que el otro la está pasando mal, y quizás repetirte esto a ti mismo “no es personal, está pasando por un mal momento”, esto te ayudará mucho a estar tranquilo mientras que pasa este momento, pues además, sabes que pasará…
Y en lugar de defenderte o tomarlo personal, entonces puedes aprovechar la gran oportunidad que se presenta para conectar. Te digo, no es fácil… pero con práctica, lo puedes llegar a sentir y verás lo sanador que es.
Brené Brown es mi maestra de la empatía y la vulnerabilidad, y de nuevo, te quiero compartir su video pues es valiosísimo, explica tal cual lo diferente que es realmente conectar a simpatizar.
Después de que sientas ese momento de conexión, entonces ya le puedes preguntar a la otra persona ¿qué necesitas de mi? o si ves que realmente no sabe lo que necesita, puedes preguntarle, ¿necesitas ayuda de mi parte? ¿te parece bien que hagamos.. “equis o zeta”?
Por ejemplo, quizás tú sabes que lo que necesita un ser querido es ir a terapia. Ahora imáginate que llega un dia en crisis contigo y lo primero que le dices es “tienes que ir a terapia”, tan sólo generarás aislamiento, desconexión y un rechazo a la idea, pues tu ser querido no se acercó contigo para que le dijeras qué hacer.
Pero si te das el tiempo de genuinamente conectar, no para obtener algo después, sino realmente para conectar, y después platican juntos sobre la opción de ir a terapia, la disposición y actitud será mucho mejor.
Como te decía, yo he practicado mucho la empatía con mi hijo, porque la primera vez que lo hice genuinamente vi cómo milagrosamente se calmó y mejoró su actitud, entonces luego lo quise usar a propósito, reflejarle sus emociones y decirle que ahí estaba a su lado para que se calmara, y no se la compró.
La idea es que realmente necesitamos conectar, realmente necesitamos estar cómodos con el llanto, dolor o gritos de la otra persona, cómodos con nuestra propia incomodidad ante eso, realmente desapegarnos del querer calmar o quitar la situación como es, de luchar con el presente. Y entonces sí… se dará la conexión genuina que transformará ese momento en algo más.
Creo que muchas personas somos empáticas, altamente empáticas, pues sentimos intenso las emociones de los demás, pero a veces no sabemos qué hacer con este don o cualidad humana, es por eso que con la práctica de ser espejo y conectar, de sentir la incomodidad y darte unos momentos para estar con lo que es sin querer cambiarlo, podrás ver que la empatía, por sí misma, de manera natural, en realidad tiene un gran poder sanador.