Retiro: Tepoztlán, Morelos. 3, 4 y 5 de enero 2025

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¿Cómo manejar la depresión postparto y la ansiedad?

Sé que muchas mujeres allá afuera no la están pasando del todo bien con la llegada de sus bebés...así es que este post es para ti, es para ustedes.

Paternidad y ansiedad

Sabías que tu cuerpo es tan, pero tan perfecto, que a los 2 o 3 días de tener un bebé, cambia radicalmente su constitución para darte la fuerza suficiente para atacar a un león si fuera necesario? sabías que durante todo el embarazo estuviste cambiando físicamente para prepararte para el parto? y que inclusive, si no tuviste parto, esta preparación física pasa por un cambio radical en el primer mes después de ya no tener un bebé dentro de ti?

Bueno, pues yo no lo sabía en su momento tan bien como lo sé ahora. Pero necesitas saber, que la primera semana después de tener un bebé, tu cuerpo pasa por cambios impresionantes, se segregan muchas hormonas que te ponen en un estado de “alerta” y al mismo tiempo, te dan momentos de “bajones” impresionantes donde lo único que quieres es dormir y llorar.

Emocional, mental y espiritualmente, estuviste 9 meses conectada físicamente con un bebé en tu interior, y de repente, de la nada, tu bebé ahora está fuera de ti. ¿Qué pasa con esa conexión? ¿qué pasa con todas esas sensaciones que tenías dentro? La conexión puede seguir ahora a un nivel más sutil y no tan físico, pero es un hecho que al ya no tener a tu bebé dentro, pasas por un especie de duelo, de pérdida y de cambio en tu interior.

Es por eso que existen los baby blues o la tristeza puerperial, pues tanto física como emocionalmente, es totalmente normal que tengas ganas de llorar por todo.

También es normal que te sientas abrumada, al mismo tiempo que muy enojada pero sin poder expresarlo, es normal que te sientas débil o desconfiada de si podrás con este paquetote. Es normal que te sientas culpable por no estar disfrutando una etapa que en teoría todas las mamás disfrutan. (no todas las mamás lo disfrutan al 100% todos los días las 24 horas).

Estos baby blues y experimentar cierto miedo a que le pase algo a tu bebé es normal y de hecho es bastante común, y aquí te quiero platicar qué puedes hacer para que no se haga más grande de lo que tiene que ser.

Puedes escuchar el audio: Depresión, tristeza y ansiedad postparto

Te platico mi experiencia

Te platico que al día de hoy estoy a días de cumplir dos años de estrenarme como mamá, mi embarazo fue de las etapas más felices de mi vida, me sentía llena de vida y confiada en la misma vida asombrándome de los milagros que hace nuestro cuerpo, realmente no tenía miedo y quería tener un lindo parto, me preparé para eso y llegado el momento… al igual que muchas mujeres… no dilaté lo suficiente y después de 18 horas yo misma pedí la cesárea.

Estaba feliz de ya conocer a mi bebé e hice a un lado mis expectativas del parto, confiada en que mi bebé, Arik, sería la misma persona, que su esencia surgiría ya fuera por parto o por cesárea. Así es que ahí hice a un lado esa culpa que muchas mujeres cargan al no poder tener un parto.

La cesárea estuvo llena de sensaciones intensas e increíbles, sentir cómo salía mi bebé de mi cuerpo fue impresionante, y verlo fue lo mejor que he vivido en mi vida, así como ver a mi esposo recibirlo y ponerlo en mi pecho, para que en ese instante dejara de llorar y me tomara de mi dedo, realmente fue la sensación de felicidad más fuerte que he experimentado.

Pero al tercer día de estar ya con mi bebé en casa, empecé a sentir unas ganas impresionantes de llorar… llorar prácticamente… por todo.

Me sentía susceptible en exceso ante los comentarios y acciones de los demás, me sentía tan necesitada de amor y cariño pero al mismo tiempo no me atrevía a pedirlo, y si lo pedía…sentía que no recibía lo que necesitaba. Me enojaba también por muchas cosas y empecé a sentir como si dentro de mi viviera una leona o loba que quería atacar a mi esposo por no hacer lo que le pedía o por hacer algo que yo sentía que no era lo mejor para mi bebé.

Las noches de ese primer mes fueron muy difíciles, recuerdo que me daba palmaditas en los cachetes mientras que lloraba en las tomas de la noche porque sentía que me quedaba dormida y no quería aplastarlo. Le pedía ayuda a mi esposo pero no siempre lo hacía por pensar que mejor él descansara para que en la mañana estuviera de buenas, cuidara a mi bebé y me dejaran dormir un poco más… cosa que tampoco podía hacer pues en la mañana yo quería ocuparme de todo.

A los pocos días de sentirme así empecé a mejorar, escribí sobre lo que sentía y me di cuenta que estaba cayendo en varios errores.

El primer error que estaba cayendo era en querer hacer todo yo sola, en no pedir ayuda cuando estaba en recuperación de una operación y sí la necesitaba, estaba equivocada en empezar a dudar de mis capacidades y en no sacar esa furia que estaba brotando en mi interior para hacer lo que en el fondo yo sabía que necesitaba hacer, para mí y para mi bebé.

Me mentalicé sabiendo que todo esto era por los baby blues y que iba a pasar, que era pasajero, que me dedicara a disfrutar a mi bebé y a sentirlo. Al mismo tiempo, me sentía culpable de no estar disfrutando algo que en teoría todas las mamás disfrutan, me sentía rara pues mi cara no se parecía a la de las fotos de las nuevas mamás que disfrutaban de su recién nacido.  Y entonces dejé de compararme y de fijarme en otras mamás, cosa que no sé por qué razón hacemos, y me enfoqué en vivir la experiencia como fuera que se estuviera dando.

La lactancia tampoco fue lo más fácil para mi, se me complicó bastante y no tenía la energía para ir a las juntas de las asesoras de lactancia, inclusive me sentía un poco apática para convivir con otras mamás. Así es que me alejé y me aislé bastante, me acerqué a un par de mujeres en mi vida y con eso me seguí recibiendo apoyo hasta que sí… se me pasó.

Te confieso que hubieron varios momentos de mucho estrés, donde terminé aventando el chupón por la ventana, pues yo no quería dárselo pero veía que lo calmaba y me enojaba con él por calmarlo mejor que yo jejeje tuve varios momentos de gritar y de explotar por tanta tensión acumulada, tan poco ejercicio hecho y por querer hacerlo todo yo.

Me tardé 8 meses en pedir ayuda para todos los días, pretendía hacerlo todo yo junto con mi esposo, mientras que los 2 teníamos también trabajos por cumplir. Así es que al día de hoy, he cambiado mucho, mucho la dinámica y mi idea de “ser mamá”, pero fue gracias a que cometí todos esos errores que ahora entiendo mejor.

Mis aprendizajes

Y bueno, te platico la parte “oscura” de mi experiencia, pero como en todo, también habían momentos de muchísima plenitud donde descubrí que literalmente…se te cae la baba al ver a tu bebé. Aprendí mucho sobre confiar en él, en la vida y en su cuerpo, aprendí a irlo soltando cada vez más y desapegarme de él, aprendí a disfrutar de “no hacer nada” a su lado…aprendí a priorizar lo realmente importante y despreocuparme por lo que no lo es.

Aprendí que dentro de mi tengo una conexión con las mamás de mi pasado, y con todas las mujeres del mundo, que tengo la información y las herramientas necesarias para ser la mejor mamá para Arik, no la mejor mamá del mundo, pero si para él. Aprendí que no significa nada que yo no pueda hacerlo todo, aprendí que mi cuerpo tiene un límite y no puedo pretender que aguanta todo lo que yo quiera…

Aprendí que las etapas pasan rápido y que la idea es hacer lo que es mejor para mi y disfrutar al máximo lo que sí puedo disfrutar, aprendí que estoy aprendiendo… y que por lo mismo, no me podía exigir ni culpar, más si observarme para auto mejorarme en algo que nunca había hecho antes. Aprendí a tenerme paciencia y a conocer a mi bebé sin juicios ni estereotipos e irme adaptando a las necesidades de los dos de la mejor manera.

No fui, ni eres la única

Después de vivir esto, me empecé a dar cuenta que no era la única mamá que la estaba pasando un poco mal, y que inclusive había mamás que la estaban pasando todavía más mal…al mismo tiempo, retomé mis actividades en Desansiedad y no por casualidad, me empezaron a llegar mensajes y preguntas de mamás que tenían miedo a dañar a sus hijos, a no ser lo suficientemente buenas, a que algo malo pasara…

Así fue que empecé a investigar, y descubrí todo un mundo del que se habla muy poco, pero que sí existe información en páginas honestas, donde se habla de la tristeza puerperial, de la etapa post parto en la que la mujer pasa por tantos cambios, tanto físicos como mentales… y que no es en balde que me sintiera mal, al igual que no es en balde que tú te sientas mal si es tu caso.

También empecé a ver que habían diferentes intensidades, habían mamás que lloraban y lloraban pero no le daban importancia y a los pocos días se les pasaba, otras mamás que lloraban pero le querían dar explicación y se les activaba el miedo a deprimirse, otras mamás donde en esta etapa les aparecían sus más grandes miedos e inseguridades, otras mamás que al no tener herramientas, se sentían todavía peor de lo que era necesario sentirse.

Y por eso es que te quiero escribir este post, para que te lleves algunas herramientas e ideas que te ayuden a pasar esta etapa sin hacerla más grande de lo que es, y con momentos de disfrute, pues tú y tu bebe se merecen esos momentos.

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