Es importante aprender a lidiar con la culpa en la ansiedad y en este post te quiero compartir algunas herramientas para lograrlo.
Te comparto que cuando supe de qué se trataba la ansiedad, me sentí muy culpable. No entendía cómo me la podía haber generado ni cómo pude llegar a ese punto de desconexión de mi misma. Por un lado sabía que si me la había generado yo, también tenía la habilidad de poder transformarla. Pero por otro no me lo podía perdonar.
La culpa es una emoción que aparece mucho en nuestras vidas. Comienza cuando creemos que hemos hecho, pensado o sentido algo malo. A partir de ahí empezamos a juzgarnos y a rechazarnos.
En este sentido es importante empezar a abrirnos a la idea de que la mayoría de nuestros pensamientos y creencias no nos pertenecen, sino que los hemos ido almacenando para sentirnos amados y aceptados por nuestros seres queridos y la sociedad en general.
Puedes empezar a investigar e identificar de dónde vienen tus emociones para poder hacer algo al respecto. En mi caso pude identificar que la exigencia tenía relación directa con la culpa. Pude comprender que en la medida en la que me encuentro exigiéndome es porque en el fondo hay algo de culpa y necesito perdonarme.
Frases como: “no debería de sentirme así”. ” No debería pensar esto o debería de ser diferente”, pueden darte algunas pistas sobre cómo la exigencia se relaciona con la culpa y se conecta con tu estado de ánimo y tus acciones.
Cuando estamos en el proceso de ansiedad la culpa se intensifica generándonos mucho desgaste y aumentando la visión de túnel en la que magnificamos el malestar.
Recuerdo que en una sesión de terapia le conté a mi terapeuta que había tenido mi primer ataque de pánico. Ella me respondió que era asombroso el poder que tenía y que le parecía algo extraordinario. Me dijo que lo único que necesitaba era aprender a enfocarlo y transformarlo. Después de aquella sesión salí totalmente desmoralizada y me sentía muy culpable.
Veía la ansiedad como lo peor que me podía pasar en la vida y no podía creer que yo misma me estuviera creando tanto sufrimiento.
En ese momento no entendía lo que mi terapeuta me quiso decir. En vez de preguntarle, concluí que lo que tenía que hacer era dejar de generarme todo lo que estaba sintiendo. Me creí culpable y con el deber de cambiarlo.
Si conoces el tratamiento para la ansiedad "Dale Alas a la Ansiedad" sabrás que como recomendación para enfrentarnos a los miedos proponemos una técnica de exposición progresiva, donde los miedos no superan ciertos niveles de ansiedad y donde retirarse no es visto como un fracaso sino como un aprendizaje. Cuando realicé el programa no me permitía retirarme. Tampoco mantenía mis niveles de ansiedad moderados sino que me exigía ir a tope de síntomas, dejando de escuchar mi cuerpo y de estar en contacto con mis necesidades.
Concluía que salir de la ansiedad era casi un imposible y que la culpa alimentaba ese círculo vicioso.
Así es como pude comprobar que la ansiedad no era peligrosa pero no estaba escuchando su mensaje. Era una llamada a gritos pidiéndome atención: sin culpas ni exigencias.
Todo lo que hacemos ya sea consciente o inconscientemente tiene unas ganancias para nosotros. Como decimos por aquí “no damos puntada sin hilo”, y en el caso de la culpa no podía ser menos.
Muchos de nosotros hemos crecido con creencias de que tenemos que ser de una determinada manera para poder ser amados, pero qué pasa cuando no queremos ser así o más bien, cuando no somos así. Reprimimos esas partes nuestras. Las escondemos para que los demás nos sigan amando y aceptando.
Nos forzamos a ser lo que no somos y en ese sentido la culpa “nos protege”. Escondemos lo que nos hace auténticos porque hemos creído que si lo mostramos seremos “malos o inadecuados” y no nos querrán.
En este sentido, ¿tienes identificados tus gustos y necesidades? En mi caso me costaba muchísimo decidirme y tener claro de lo que quería en mi vida. Cuando me di cuenta de eso pude empezar a comprender que me había dedicado a esconder muchas partes mías y el reto fue irlas recuperando poco a poco.
La manera en la que pude transformar la culpa fue identificando mis necesidades para poder cubrirlas por mi misma.
Al observar que no me estaba funcionando la forma en la que me enfrentaba a los miedos y que cada vez me sentía peor hice un alto. Empecé a conectarme con lo que iba necesitando en cada momento. Si veía que las sensaciones aumentaban, me daba permiso de retirarme a sentir lo que estaba sintiendo para volverlo a intentar al día siguiente. Como la experiencia ya no era tan traumática podía ver cómo avanzaba hasta que lo lograba.
Necesité deshacer planes y quedar mal con gente para darme lo que me estaba pidiendo. Ésta parte no me resultó fácil porque me sentía totalmente expuesta y vulnerable al qué dirán. Sin embargo hoy en día me agradezco infinitamente haberlo hecho porque es lo que me ha vuelto a acercar a mi misma.
En vez de sentirme culpable por cómo me estaba sintiendo, empecé a sentirme orgullosa de cómo me estaba tratando a mi misma. De ésta manera iba recuperando la confianza en mi. Empezaba a sentir que me podía dar lo que necesitaba y que podía sentirme a salvo conmigo misma.
Al sentirte a salvo contigo puedes recuperar la confianza para volver a salir al mundo.
Identifica y registra todas esas valoraciones que has hecho sobre ti en base a la ansiedad. Esas conclusiones a las que has llegado cuando te has sentido culpable. Investiga con curiosidad de dónde vienen todos esos requisitos que te has puesto. Atiende las emociones que aparezcan y empieza a darte lo que necesitas.
Cuando nos sentimos atraídos hacia nosotros mismos y nos motiva el autodescubrimiento la culpa pasa a un segundo plano.