Te recomiendo leer este post, para que reconectes con valentía tu derecho de nacimiento de hacer de tu vida lo que quieres.
Hay muchos factores que han contribuido para que siendo adultos no sepamos tomar nuestras propias decisiones, sobre todo cuando estas son diferentes a lo “esperado”, y aquí te dejo algunas de ellas, revísalas pues una vez que identificas la causa te será más fácil modificar el patrón:
Hay dos razones principales por las que damos explicaciones.
La primera, necesitas mantener la imagen frente a los demás para sentirte aceptado
Supongamos que sí sabes lo que quieres decidir o que ya tomaste una decisión, pero inmediatamente después sientes una necesidad imperiosa de dar explicaciones, esto sucede principalmente por tu necesidad de mantener la imagen que te has ido formando, y te da miedo que la otra persona, al ver que tomaste esa decisión, piense diferente de ti, y pierdas la imagen que ya tenías bien formada (imagen que no va de acuerdo con quien eres en realidad).
Y claro, te da miedo que al perder esa imagen, dejes de ser aceptado o querido.
La segunda, te crees responsable y con poder sobre el sufrimiento o felicidad de los demás
Por otro lado, es probable que creas que tus decisiones o lo que haces con tu vida, tiene el poder de lastimar a los demás, sobre todo a tus seres queridos, y que es tu responsabilidad evitarles sufrimiento o pesar, y entonces, como tu tienes que salvar a todo mundo menos a ti mismo, mejor evitas hacer lo que crees que pueda lastimar, y una vez que lo haces, tienes que dar explicaciones.
Básicamente la vida pasa por encima de ti, o de lado, o por abajo, o ni te enteras de lo que está pasando.
Con esto me refiero a que te suceden cosas que salen de tu control, acontecimientos que te son desagradables, y experiencias con muy baja satisfacción para ti. Como lo dice la frase “las cosas te suceden” en lugar de que tú generes lo que te sucede.
Energéticamente te quedas flotando, por así decirlo, a merced de las circunstancias y de los demás, y llega un momento en el que no sabes ni dónde estás parado ni hacia dónde quieres ir, te sientes confundido y desconcertado y lo único que sabes es que no te gusta lo que estás viviendo.
Puedes llegar a creer que la vida no es bonita, que no merece ser vivida o que es muy difícil vivir, pues claro, no estás viviendo la vida que en realidad quieres vivir, más eso no significa que la vida no sea bonita o fácil de llevar.
Bueno, espero que ya tengas claro de dónde viene tu incapacidad de dirigir tu vida hacia donde quieres y tu necesidad de dar explicaciones, ahora te voy a compartir algunos puntos importantes para que puedas transformar este patrón limitante en libertad pura.
Recuerda que cada quien toma sus propias decisiones sobre cómo se siente o cómo reacciona frente a lo que otras personas hacen. Y esto te incluye a ti, o sea, tu eres responsable de sentirte obligado a dar explicaciones, de sentirte responsable de los sentimientos de los demás, y de necesitar tanto de su aprobación. En el momento que te hagas 100% responsable de ti mismo, volverás a asumir el poder que tienes de dirigir tu vida a donde quieres, y como todo gran poder… requiere de una gran responsabilidad.
Pero no te confundas, esta responsabilidad no es pesada ni tiene por qué serlo, se sentirá a gloria en cuanto la tomes de verdad.
Claro, al ser responsable de ti, se pone difícil la cosa, pues ahora no hay a quién echarle la culpa o la responsabilidad de que tu vida no te guste o de que tomes decisiones que no eran acertadas para ti.
Entonces, una parte fundamental en tu proceso de retomar las riendas de tu vida, es que estés consciente que habrá veces que tomes decisiones que no van contigo (recuerda que te estás buscando a ti mismo de regreso), y que si esa decisión tuvo una consecuencia desagradable, la vas a asumir, tú y solo tu, sin echar culpas o sin justificarte.
Sé que es difícil de aceptar, pero ya sea que te des cuenta o no de manera consiente, tú eres el creador de tu propia experiencia. Por ejemplo, si tu dices “las cosas me suceden”, te seguirán sucediendo cosas fuera de tu control. O sea, aunque tu crees que no estás en control de lo que te sucede, sí lo estás, aunque eso signifique no estarlo.
¿Cómo?
A ver, suponiendo que tu crees que no tienes el control de lo que sucede en tu vida, en ese momento te estás generando el no tener control sobre lo que te sucede en tu vida… pero al final del día, tu lo estás generando así.
Entonces, en la forma en la que te comunicas todos los días, empieza a utilizar frases responsables como “me generé ésta situación, no me di cuenta cómo pero fui responsable de esto, me creé ésta otra cosa”, etcétera.
Aquí hay algo interesante que sucede y es que sí es importante fluir con los acontecimientos de la vida, sin freno, sin resistencia y sin control, pero, es precisamente al decidir fluir con los acontecimientos, que obtienes el control. Creo que existen dos tipos de control, y el negativo es el que se da cuando en realidad no llevas las riendas de tu vida pero te peleas con ella y con tomar un control, a la fuerza.
El otro tipo de control es el que se da de forma natural, cuando aprendes a fluir y a decidir conscientemente lo que quieres manifestar en tu vida.
Sabiendo que tú eres creador de tu propia experiencia, que tienes el poder de tu pensamiento, de tu palabra y de tu acción para dirigirte hacia donde quieres dirigir, y para que tu vida manifieste concretamente lo que quieres manifestar… entonces puedes relajarte y soltar el control porque tienes la certeza de que estás viviendo lo que quieres vivir.
Pero cuando tu vida no es lo que quieres, y solamente quieres controlar los acontecimientos externos, pero sin tener un control real sobre ti mismo y tus reacciones, entonces es ahí que el control no funciona.
Por eso yo así lo entiendo, como una mezcla entre que seas flexible como la hoja que vuela con el viento, pero firme como las raíces del árbol, y con fortaleza para dirigirte hacia donde quieres caminar.
En mi propio proceso de crecimiento personal, de las cosas que mas me han impactado, es el darme cuenta que yo era la que me hacía una idea en la cabeza de lo que los demás esperaban de mi, yo era la que pensaba que si hacía tal cosa o si decidía otra cosa, iba a dejar de ser querida y aceptada y por eso tenía que andar dando explicaciones.
En el fondo, era yo la que me auto imponía ciertas exigencias, estándares y requisitos para ser amada, pues yo misma no me aceptaba tal y como era, y entonces basaba mi tranquilidad en qué tanto me sentía aceptada y amada por los demás, y según yo, tenía que ser o actuar de cierta forma para lograrlo.
El gran descubrimiento fue darme cuenta que en el momento que yo empecé a dejarme ser y a tomar mis propias decisiones, aceptándolas simplemente porque así quería tomarlas… en ese momento, los demás me demostraron que hiciera lo que hiciera, quien me amaba, me seguía amando. (claro, pasando por una etapa de asombro al verme diferente a como era antes).
A veces nos basamos demasiado en las referencias externas, en lo que está de moda, en lo que salió en la revista, en lo que los demás están haciendo, en lo que los de tu edad andan, en el tipo de trabajo ideal, en fin… referencias externas tienen el poder sobre ti de hacerte sentir bien o mal sobre tus decisiones.
Te recomiendo que te vayas haciendo tus propias ideas sobre cómo es la vida y cómo te gusta que funcione, que crees tus propios estándares, y que de esta forma, seas tú mismo tu propia referencia, crees tu propia moda y tu propio estilo, y verás, que 100% seguro, encuentras gente que resuene con eso y te sentirás mucho más satisfecho que resonar con personas con las que “perteneces” pero en realidad no te interesa pertenecer.
Así es que antes de correr y preguntarle a google, a tu prima, a tu novio o a tu mamá, pregúntate a ti qué quieres hacer en cada momento de tu vida.
Si, cada vez que quieras dar explicaciones sobre tus decisiones o tus acciones, literalmente, muérdete la lengua. Simplemente no lo digas, deja de hacerlo. Aquí el reto es que tengas la paciencia y la valentía de sentirte expuesto frente a la posible crítica o juicio que tu crees que el otro hará de ti, y que puedas quedarte callado y observar qué es lo que realmente sucede.
¿Fue tan grave cómo pensabas que iba a ser? ¿el otro salió realmente lastimado? ¿perdiste el respeto y la aceptación del otro? ¿realmente fue tan malo perderlo?
El punto es que te pongas a prueba, y que veas que puedes dejar de dar explicaciones y no será el fin del mundo. Mientras que lo haces, puedes decirte en tus adentros para ti mismo “si…eso hice, eso elegí, así soy, acepto quien soy”.
Recuerda que en tu inconsciente tienes creencias equivocadas que mantienen este patrón, como la de que tienes que ser amado y aceptado por todos los demás, o que no puedes elegir lo que quieres de tu vida, para eso, te recomiendo que en las noches, acompañado de meditación, repitas las siguientes frases, necesitas decirlas sintiéndolas y creyéndolas cada vez más.
Finalmente, pregúntate a ti mismo y a ti misma, ¿qué harías de tu vida si realmente te supieras libre? ¿si no te sintieras obligado a agradar a los demás o a cumplir la misión impuesta por alguien más? ¿qué harías diferente si no te importara lo que pensaran los demás de ti? ¿qué harías diferente si tu propia aceptación fuera la única que te importara?
Y hazlo…
Creo que la mejor manera de cambiar un patrón, es con la acción, pues será ahí donde te darás cuenta de los efectos positivos, tomarás más poder y más control sobre ti, y cuando menos te des cuenta, tu vida será tan sólo un reflejo de la libertad que experimentas en tu interior.
Un punto muy importante y delicado, es que como sociedad tenemos aprendido que Dios espera de nosotros ciertas cosas, ya sea para que lo hagamos feliz y orgulloso de su creación, o para que nos abra las puertas del cielo.
Y en mi opinión muy personal, yo creo que Dios no espera nada de nosotros. Yo creo que fuimos creados por amor y para amar, para disfrutar de la creación en sí, para crearnos a nosotros mismos y seguir creando a nuestro alrededor. Y que si algo pudiera esperar Dios creador de nosotros, es que hagamos uso de nuestros poderes personales y libertad que nos ha es dada, y que seamos felices en esta experiencia terrenal para que podamos seguir siendo felices en la experiencia después de la Tierra.
Así es que de manera personal, te recomiendo que intentes olvidarte por un momento de que no eres libre de elegir tu vida porque antes tienes que pensar en satisfacer a Dios o a tu familia, y que pienses mejor en “qué es lo que quiero hacer que me hará crecer en el amor” y verás… que ahí es donde realmente podrás experimentar el amor divino y éste llegará a los demás.
En mi experiencia personal, dejé de dar explicaciones cuando me di cuenta que lo hacía por querer complacer o por miedo a ser mal vista, y lo único que realmente hice fue dejar de hacerlo y ponerme a prueba, dándome cuenta que era más valiosa mi propia satisfacción sobre lo que hacía, que dejar de ser yo misma por querer complacer. Fue un trabajo muy interesante de regresarle al otro su propia responsabilidad, en caso de que se tomara a mal lo que hiciera o no le pareciera, pero aprendí a confiar que cada quien tiene sus razones, su proceso y su estado mental, y que era a partir de eso que interpretaban mis acciones o decisiones.
Por eso, lo más importante, es que te hagas responsable de ti y dejes que los demás lo sean de si mismos, y que te fuerces, por así decirlo, a dejar de dar explicaciones cuando no tienes por qué darlas, hasta que se convierta en algo natural para ti.