Los niños necesitan sentirse por un lado vinculados y conectados con los adultos que los rodean, y por el otro lado, percibir que ellos son capaces de llevar un liderazgo positivo, y sé que esto puedo sonar a un gran reto, sobre todo si no sabes hacia dónde llevar el barco o si estás tambaleando tú misma o tú mismo, pero por ahí va la solución.
En mi caso, lo que necesitaba en esos momentos de mis papás y de los adultos que me rodeaban, es que me dieran más señales y afirmaciones de que podía relajarme porque “ellos estaban a cargo, y ellos estaban al tanto y al pendiente de mi”, y ahora, de adulta, puedo comprender de dónde venía esa necesidad y su razón de ser.
Pues resulta que sí, que como niños necesitamos sentirnos por un lado vinculados y conectados con los adultos que nos rodean, y por el otro lado, percibir que ellos son capaces de llevar un liderazgo positivo, y sé que esto puedo sonar a un gran reto, sobre todo si no sabes hacia dónde llevar el barco o si estás tambaleando tú misma o tú mismo, pero por ahí va la solución.
Vínculo y conexión
Lo primero en lo que hemos de enfocarnos es en generar, sanar o establecer un vínculo con nuestros hijos, una conexión que a ellos les confirme que “existo en el radar de mi mamá o papá, me toma en cuenta, me mira, me da cariños, está al pendiente de mi, sabe que existo, que aquí estoy, y tenemos una conexión”.
Es un vínculo que se forma a través de compartir miradas, risas, cantos, gestos, caminatas, juegos, abrazos y otros momentos especiales. Estas actividades tienen una razón neurológica de ser, pues van a permitir que su sistema nervioso reciba la señal de que hay otro ser humano allá afuera vinculándose con él o con ella, que no está solo o desamparado.
Este vínculo a veces no se establece por cuestiones externas, por la falta de tiempo, la falta de oportunidad para simplemente estar con ellos, pero precisamente por eso es aún más improtante que nos enfoquemos en generarlo.
Liderazgo positivo
Y a la par de que vamos formando este vínculo, entonces es momento de ir convirtiéndonos en líderes positivos, en papás comprensivos, que escuchan y empatizan y a la vez saben mostrar un camino y llevar a los hijos hacia allá. A veces nos da miedo decir “voy a asumir un liderazgo sobre mi hijo? pero quiero que sea libre, que aprenda a tomar sus propias decisiones”, y eso está perfecto, pero a la vez necesita un líder que sepa guiarlo en ese autodescubrimiento.
No necesita una figura autoritaria rígida, regañona, inflexible, gritona o estricta, necesita un líder. ¿Cómo es un líder? alguien que precisamente se conecta con el otro para ver sus necesidades y a partir de ahí generar situaciones y circunstancias que le ayuden al otro a crecer y desarrollarse, por sí mismo, pero con esa guía y sentimiento de seguridad.
Y sí, los niños necesitan sentir que “hay alguien a cargo”, porque de no ser así, entonces… ¿yo me tengo que hacer cargo? pero si sólo soy un niño… no sé cómo hacerlo (aunque parezcan muy maduros).
Este aprendizaje de ser un líder positivo lleva su tiempo y es un proceso, sobre todo cuando nosotros mismos no nos sentimos seguros de qué hacer con ese liderazgo, pero empieza por sentir en tu interior “soy un líder positivo de mis hijos”, y ya sea que compartas ese liderazgo con tu pareja o que estén separados, lo ideal sería que ambos ejercieran un liderazgo positivo, cada uno a su estilo y a su forma, pero positivo.
Navegando con las circunstancias externas
Tus hijos, tu hijo o tu hija, no necesitan saber exactamente todos los retos externos ante los cuales están expuestos. Imagina que es como si fueran todos en un barco, y que el capitán se la viviera diciendo todos los posibles riesgos y peligros que ve al frente, tendría a toda su gente con cara de susto gritando o haciendo cosas desde la desesperación por ponerse a salvo.
En lugar de eso, es asumir el rol de “yo pondré a este barco a salvo” mientras que das indicaciones y lineamientos claros de hacia dónde dirigirse o qué hacer a tu tripulación. Les das objetivos que puedan alcanzar, les dices lo que esperas de ellos, les das las herramientas para que puedan lograrlo, les das las instrucciones claras, escuchas sus opiniones, les das espacio para que inventen por ellos mismos, les pones límites y a la vez libertad para que exploren.
Aterrizando esto a la vida diaria, ayuda mucho el evitar poner sobre los hombros de nuestros niños problemas o situaciones que ellos no son capaces de resolver, ya sea porque no tienen la edad, las herramientas o la capacidad de hacerlo. No tienes que involucrarlos en todos los problemas, más si en las soluciones, con un ritmo de motivación y optimismo.
¿Cómo hacer todo esto si yo no me encuentro bien?
Ayuda mucho el ir generando momentos donde no todo dependa de ti, esto es clave y fundamental. Si todo el tiempo tienes que estar presente, al tanto de todo lo que pasa, cuidando porque no confías en nadie más, sin separarte de ellos, pues va a ser un poco difícil encontrar los momentos para hacer lo que necesitas hacer para estar bien (ejercicio, relajación, meditación, ir a terapia, darte un baño y un masaje, descansar, ver a alguna amistad, etcétera).
Para eso hay que ir ayudándoles a hacerse responsables de ellos mismos en lo que sí puedan, que aprendan a no depender de ti para hacer sus cosas, entretenerse o jugar, y que además, cuenten con otros adultos líderes que puedan relevarte o llevar junto contigo este barco.
Reconoce que no tienes que ser la única o el único capitán, que hay otros adultos alrededor de tus hijos que pueden cooperar, eso sí, siempre y cuando quieran o en dado caso, les pidas de un servicio, como es el caso de niñeras, maestras o profesores de diferentes disciplinas.
Pero sí, es importante que puedas atenderte a ti misma y a ti mismo, pues esa es la mejor forma en la que regresarás con toda la pila puesta para ser el líder que puedes llegar a ser.
Mientras tanto, puedes “actuar como si lo fueras”. Tal cual, visualízate a ti siendo teniendo ese liderazgo sano y positivo ¿qué harías diferente? ¿cómo te moverías y actuarías? ¿qué dirías? y luego… actúalo. Date un tiempo previo antes de hacerlo para imaginarlo, y después, pasa a la acción.
Concluyendo… conecta y lidera
Vincúlate con tus hijos, conecta con ellos, y a partir de esa conexión, guíalos con respeto, amor y liderazgo hacia aquello que les hará bien, que necesitan o que les nutre en todos los sentidos. Confía en ti, en que eres capaz de transmitirles esa seguridad, y verás que aunque de inicio empieces actuándolo, si te atiendes haciendo las cosas que necesitas para estar bien, todo se irá acomodando en su lugar, de tal forma que tus hijos se sientan más seguros y a salvo en casa, a tu lado y cuando están con ellos mismos u otras personas.
Suscríbete a nuestra lista de mamás y papás
Sabemos que es todo un reto el aprender a lidiar con los berrinches de nuestros hijos, por eso te invitamos a ser parte de nuestra comunidad de mamás y papás que queremos ayudarle a nuestros hijos a aprender a sentir y manejar sus emociones de una forma asertiva. Te estaremos enviando información que consideremos es de valor para ti.