La gran pregunta cierto? Hay tanta información al respecto que llegando el momento simplemente nos bloqueamos y no sabemos qué hacer. Se activan tus patrones aprendidos en tu propia infancia y acabas actuando de formas extrañas de las que quizás después te sientes culpable o insatisfecha e insatisfecho. Y en esta ocasión te quiero hablar de un aspecto que no es muy dicho en todas estas estrategias de “qué hacer”, y esto es “qué hacer contigo”.
La gran pregunta cierto? Hay tanta información al respecto que llegando el momento simplemente nos bloqueamos y no sabemos qué hacer. Se activan tus patrones aprendidos en tu propia infancia y acabas actuando de formas extrañas de las que quizás después te sientes culpable o insatisfecha e insatisfecho. Y en esta ocasión te quiero hablar de un aspecto que no es muy dicho en todas estas estrategias de “qué hacer”, y esto es “qué hacer contigo”.
No creas que lo que te voy a compartir aquí me sale siempre y a la perfección, más cuando lo logro veo muy buenos resultados. Lo que aquí te compartiré es el resultado de mi experiencia personal en conjunto a lo que he investigado al respecto.
Primero date cuenta ¿Cómo reaccionas ante los berrinches?
Primero es importante identificar cómo ha sido tu reacción hasta el día de hoy cuando tu hijo está teniendo un berrinche. Pero más que enfocarte en lo que haces, pregúntate ¿cómo te sientes en esos momentos? ¿cómo reacciona tu cuerpo? ¿en qué piensas?
Por ejemplo, en mi caso, con mi primer hijo mis reacciones eran de bloqueo, me ponía rígida, la mente nublada, la quijada trabada, los ojos saltones, tensión en las manos y pies, estómago apretado. Pensaba ¿qué hago? ¿qué hago? y tan sólo sentía frustración, desesperación y angustia de verlo así.
Ah, y claro, enojo ante cualquiera que hubiera sido la razón que lo llevó al berrinche, encontrando culpables y enojándome aún más con eso o conmigo por permitirlo. Mucha culpa y exigencia.
Gracias a ver mi reacción fue que pude empezar a cambiarla. Comprendí que mucho de esta reacción se debía a un estrés postraumático mío donde ante los gritos simplemente mi cuerpo opta por congelarse, porque así aprendió a hacerlo (si te pasa, hay que platicar más sobre esto).
Pero aquí lo importante es que empieces a registrar tu patrón, de cómo reaccionas, sientes y piensas en esos momentos. Incluyendo después el qué haces. Obsérvate como si te vieras desde fuera, y registra todo el proceso. Esto es muy importante para poder ver qué está pasando contigo y cómo podemos empezar por hacer algo contigo, y ya después, podremos hacer algo con tu hijo.
Después, comprende la naturaleza de los berrinches
Lo siguiente a hacer es comprender que los berrinches no son tu culpa ni de la nadie. Yo sé que quizás, si eres como yo, te has vuelto experta o experto en controlar la mayor cantidad posible de variables para evitar que los berrinches lleguen, pero es fundamental comprender que el cerebro de tu hijo está en crecimiento, y que los berrinches son parte de este crecimiento.
¿Por qué? porque está conectando más neuronas que nunca en su vida, y literalmente llegan momentos donde la intensidad de toda esa actividad neuronal tiene que salir de alguna forma, y es muy fácil que con cansancio, sobre estimulación, desvelo o exceso de azúcar y cambios, llegue el momento donde simplemente es demasiado, y explotan.
Los berrinches no son manipulaciones. Lo voy a repetir: los berrinches no son manipulaciones. Son, en todo caso, la consecuencia de que tu hijo está necestiando algo y sí, eso sucedió porque no lo está recibiendo, y a veces sí es que necesita tu atención. Pero eso no significa que tu hijo dice “voy a hacer un tremendo berrinche aquí en medio de la comida familiar para que vean que mi mamá no es buena mamá, la critiquen y le haga pasar un mal rato, a ver si así ya me pone atención”. No…
Lo que pasa es que los niños necesitan rutinas, cierta calma, ser vistos, atendidos, espacios de relajación y espacios de liberar su intensa energía a través del movimiento o actividades donde puedan dirigir toda esa intensidad, necesitan dormir bastantes horas, necesitan saber lo que va a pasar, saberse tomados en cuenta y respetados por los adultos a su alrededor.
Y como te digo, si les cambiamos todo, los llevamos de un lado para el otro, los entretenemos con mucha televisión, los llenamos de azúcar, y no atendemos sus necesidades, lógicamente, que en conjunto con un cerebro en crecimiento, va a haber una reacción.
Ahora, aunque hagas todo perfecto, y tengan la vida perfecta y la relación perfecta, un niño va a llorar, va a hacer berrinche, va a patalear, va a tener momentos de liberación de tensión, por lo mismo que te digo de que está creciendo y su cerebro va demasiado rápido.
Lo importante es que vayas quitando de la ecuación la culpa, el enojo y el no saber por qué son los berrinches, para que en esos momentos vayas quitando presión sobre ti y los demás, y nos podamos enfocar en las soluciones.
El berrinche: la oportunidad perfecta para que tu hijo aprenda a autoregularse
El momento del berrinche es una oportunidad, y hemos de verlo como el momento ideal para enseñarle a nuestros hijos cómo autoregularse: entrar en calma, relajarse y aumentar así, su inteligencia emocional. Y lo curioso, es que la autoregulación la aprenderá a través de la co regulación.
Lo que aprendan en esos momentos les servirá de memoria física y emocional para cuando de adultos algo no salga como quieren, y aunque de principio o las primeras veces no va a hacer lo que “tendría que estar haciendo o aprendiendo” el punto es que vayas sembrando las semillas que eventualmente él o ella cosecharán por sí mismos.
Si ves a esos momentos como una oportunidad de aprendizaje para ellos, toda tu perspectiva puede cambiar y podrás estar más tranquila y tranquilo mientras que suceden.
Ahora, es muy importante que sepas que la autoregulación se da gracias a la liberación de tensión, y sí, gritar, patalear y lloraron son parte de esa acción de liberar tensión, lastimar no está permitido, pero liberar tensión sí.
Ahora si, ¿qué hacer en esos momentos?
Hay muchas cosas que nos gustaría compartirte sobre qué hacer, y es por eso que hemos creado la sección de niños en desansiedad, pero en esta ocasión te quiero compartir los puntos que considero más importantes:
El verdadero reto está en trabajar en ti
En cuanto a que deje de importarte lo que piensen los demás, de que sueltes la necesidad de controlar a tu hijo y hacer que inmediatamente que le dices algo te haga caso o deje de hacerlo, manejar tu propia frustración de que no te haga caso, tu desesperación, tu culpa y el miedo a que eso escale o no lo puedas manejar.
Saberte sentir a ti mismo y autoregularte a ti mismo, saberte relajar para transmitirle esa calma a él o a ella.
No trates de razonar con lo inrazonable
No sé si existe la palabra inrazonable, pero es que Janet Lansbury lo dice muy bonito “don’t try to reason with the unreasonable”. Ella dice que aunque los niños parezcan maduros, inteligentes y que saben lo que están haciendo, en el momento del berrinche el cerebro tomó las riendas y no habrá forma de razonar en el por qué o para qué de tu decisión o de lo que pasó.
Lo que sí puedes hacer en ese momento es conectar, ayudarle a que aprenda a regular lo que siente, ser empático y empática, y salir juntos de esa situación. A veces se logra, a veces no, pero vale mucho la pena el intento.
Practica, practica practica
Como te decía, no esperes que te salga a la primera, ni siempre. Habrán veces que tú no tendrás la paciencia, otras veces que no podrás controlar todas las variables, pero el punto es que practiques está fórmula de 10 pasos hasta que “lo sientas” y puedas descubrir tú misma y tú mismo a lo que me refiero con este proceso, pues sí, hay veces que sale todo bien y se siente como magia.
Pues lo que nuestros niños necesitan es validación, nada más. Y ser validados es ser vistos, comprendidos y abrazados en los momentos que se sienten tan fuera de control.
Puedes imaginar que haces esto antes de que suceda, repásalo en tu mente, hazlo propio, ponle tu estilo, intégralo con tus propios aprendizajes de lo que le ayuda a tu hijo, y espero que juntos salgan con nuevos aprendizajes y más unión de cada berrinche.
Si tú pierdes el control y haces algo que no te gusta, recuerda que siempre puedes encontrar tu propio espacio, relajarte y regresar para pedir disculpas y volver a intentar la conexión.
En conclusión
Los berrinches son un momento de mucho estrés tanto para el niño como para todos a su alrededor, no vas a poder evitarlos y tampoco manejar el estrés de todos, pero si empiezas regulando tu propio estrés y enfocándote en reconectar con tu hijo, todo va a ser más fácil y llevadero para ti, y de paso, tu hijo o hija podrán aprender algo de valor en esos momentos.
Si estos pasos te funcionan, háznoslo saber a través de nuestras redes sociales, nos dará mucho gusto saberlo.
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