Ansiedad Generalizada
Las recaídas en la ansiedad pueden resultar complicadas y muy desmotivadoras. Sin embargo, hay ciertas cosas que podemos hacer para minimizar las posibilidades de tener una.
En esta entrada del blog te compartiremos lo que hay que saber para evitar las recaídas o bien, cómo afrontarlas en caso de que suceda. ¡Así que sigue leyendo!
Recuerda que no existen los retrocesos, solamente las recaídas. Y de inicio, es importante que reflexiones acerca de que si algún día recaes, ya sabrás lo que se siente y, por lo tanto, ya sabrás salir de eso. Y podrás tener presente que no será el fin del mundo.
Además, como ya superaste la ansiedad una vez, seguramente te sentirás mucho más fuerte y lo podrás hacer un poco más rápido.
Si sabes las cosas que te generan ansiedad, te conoces a ti mismo y te sabes mantener en equilibrio en tu vida, no tendrías por qué volver a experimentar los picos de ansiedad. El problema es que a veces creemos que ansiedad es igual a ataque de pánico y sentirte en plena crisis, pero no, recuerda que la ansiedad empieza poco a poco, se va germinando y se va instalando en ti porque no haces un alto en tu vida. Así que si aprendes a hacer altos constantemente y poner orden en donde necesitas, no tiene por qué venir a avisarte de una forma tan fuerte.
Sí, claro que puede volver a nosotros para llamar nuestra atención, pero el punto es que no tiene por qué llegar a ser una crisis de pánico o algo que nos imposibilite la vida, y mucho menos algo que dure por mucho tiempo.
Ya sabemos que es el estrés el que se convierte en ansiedad, así que lo primero es que te conozcas a ti mismo y sepas cómo es que tu cuerpo te manda señales de estrés elevado, antes de que pase a ser ansiedad.
Estas señales pueden ser, por ejemplo, dolor de cabeza, temblor en el ojo izquierdo, tensión en la mandíbula, calambre en el pie, sed o irritabilidad con la pareja.
Y ten en cuenta que estas señales suelen ir de menos a mas: puede ser que cuando te da el calambre en el pie es porque ya ignoraste el dolor de cabeza anterior.
Entonces haz una lista de todos los síntomas que tu cuerpo o tus emociones te pueden enviar y que tú consideras que son señales o avisos de que ya tienes mucho estrés.
También te recomendamos darles un orden de menos a mas, para que no te permitas avanzar más de la mitad sin escuchar a tu cuerpo.
Una vez que ya identificaste que tu cuerpo te está queriendo decir algo, es probable que digas algo como: “ah, no es nada, es una molestia insignificante, seguiré haciendo lo que estoy haciendo”. Y se trata precisamente de todo lo contrario: que a la mínima señal de tu cuerpo hagas un alto y evalúes los siguientes puntos:
Una vez que encuentres la respuesta, haz algo al respecto.
También es probable que tu cuerpo esté acumulando la presión y tensión, así es que necesitas hacer del ejercicio algo habitual en tu vida, no como una obligación, sino como una actividad que disfrutas y te genera placer y endorfinas, pues de nada serviría hacer, por ejemplo, una hora de gimnasio si detestas estar ahí y te sientes presionado.
Encuentra un deporte o un ejercicio que te guste. Hay muchos, así que anímate a probar algo nuevo. Cualquiera que sea el que te guste, hazlo. Simplemente ejercítate.
Como seres humanos necesitamos hacer un retiro en nuestras vidas cada 3 o 4 meses como máximo. Esto quiere decir que, tres o cuatro veces al año, necesitamos hacer una pausa de nuestras actividades y alejarnos de la vida cotidiana para reencontrarnos con nosotros mismos, con nuestra familia, con nuestra pareja, con nuestra vida, con lo que hacemos y con lo que somos.
Así que olvídate de los pretextos económicos o del trabajo. Recuerda que no eres víctima de ninguna circunstancia: siempre puedes negociar y encontrar las maneras de tener estos momentos contigo. Aunque sea un fin de semana en el que te aísles en tu lugar favorito, pero ten estos momentos donde puedes reflexionar y sentir libremente, para que puedas regresar a tu vida diaria con las pilas renovadas.
Si conoces un poco sobre el perfil de las personas que tendemos a la ansiedad, has de saber que normalmente somos reservados en nuestras emociones y angustias internas, pero esto es algo que no nos ayuda en lo más mínimo. Necesitamos hablar de lo que sentimos, pues es ahí donde conectamos con otros y donde nos vaciamos de tanta intensidad.
Si no tienes a alguien de confianza, haz lo posible por ir a terapia aunque sea una vez al mes, pero por favor no te guardes todo lo que sientes.
Si de plano no es opción para ti, entonces escribe tus emociones y todo lo que pasa por tu mente para que la depures. Esto podrías hacerlo una vez a la semana al menos.
Hay cosas que simplemente no nos podemos permitir, y no porque tengamos la predisposición a la ansiedad, sino porque a cualquier persona le hace daño. ¿Cuáles son algunas de estas cosas?
Podríamos decir que todo se resume a que seas honesto contigo mismo y sepas qué cosas te generan estrés en tu vida y cómo lo demuestras. Que ubiques esas cosas que te lo demuestren y que no permitas que pase más tiempo sin que hagas algo al respecto.
Se vale de repente perder el equilibrio y alocarse, pero la idea es que no sea algo constante.
Escribe en una hoja todo lo que se te ocurra como respuesta a la siguiente pregunta:
¿Qué necesito para mantenerme en equilibrio?
Y las respuestas que obtengas, será lo que necesitas para evitar las recaídas de la ansiedad.
Puede ser que lo que un día te genera desequilibrio, otro día ya no lo hace, y que lo que antes no te generaba, después sí. Por eso es importante que tengas tu mente abierta y escuches a tu cuerpo constantemente. Si te mantienes en contacto con él (para eso sirve el mindfulness), podrás escuchar cuando tenga algún nuevo mensaje para ti, sin esperar a que tenga que "gritar".
Y recuerda, si ya superaste la ansiedad y ya viste que del suelo no pasa, entonces la próxima vez que la empieces a sentir sabrás que no es peligrosa. Así es que trabaja en quitarle poder al miedo. Las sensaciones disminuirán radicalmente su intensidad, sean pequeñas o más grandes.
Recuerda que la ansiedad, al ser un aviso o una llamada de atención de nosotros para nosotros, empieza poco a poco. Así que, si sabemos escucharnos, no tendríamos por qué volver a recaer. O al menos no tan fuerte.
Pero si esto pasara, ten presente todas las recomendaciones que te acabamos de compartir para que sepas qué hacer. Aprende a conocer tu cuerpo para que identifiques lo que te funciona.
También recuerda que no estás solo. Aquí estamos si necesitas una mano que te guíe.
Antes de despedirnos, queremos recordarte que toda la información que aquí te compartimos, así como las recomendaciones que hacemos, no sustituyen lo que es una terapia psicológica o un diagnóstico. Por lo que te invitamos a buscar ayuda profesional para encontrar la guía adecuada.