Ansiedad Generalizada
Los pensamientos negativos forman parte de la vida. Todos los tenemos de vez en cuando. Sin embargo, pueden convertirse en un problema cuando empiezan a afectar a nuestra vida diaria.
Los pensamientos negativos pueden hacer que nos sintamos estresados, ansiosos y deprimidos. Así que en esta entrada del blog analizaremos qué son los pensamientos negativos y cómo pueden afectarnos. De igual manera, daremos algunas recomendaciones sobre cómo lidiar con los mismos.
Muchas veces, debido al contexto de nuestra sociedad y nuestra cultura, nos encontramos con cierto rechazo hacia algunos pensamientos. En cuanto surgen, intentamos deshacernos de ellos o, lo que es peor, nos condenamos. Esto es un error. Es importante que aceptemos y comprendamos todos nuestros pensamientos, incluso los que son considerados como "negativos".
Quizás no se debería hablar del pensamiento negativo como tal, sino de un pensamiento, digámoslo así, incómodo o intrusivo (así mismo con las emociones, incómodas o intrusivas, porque todas las emociones cumplen con una función). Y, aunque no lo parezca, estos pensamientos funcionan como una forma de protección; puede parecer exagerado, pero al final nos están protegiendo.
Por ejemplo, están aquellos relacionados con la salud, en el caso de la hipocondría, que pueden verse como algo negativo pero al final nos ayudan a activar ese aspecto de nuestra vida.
Una vez aclarado esto, para fines prácticos vamos a llamarlos como "pensamientos negativos" a lo largo de este artículo, pero recuerda que no debemos luchar contra ellos: están cumpliendo su función. Sólo hay que distinguir dónde termina la influencia de ese pensamiento en nuestra vida y dónde comienza la vida misma.
Los pensamientos negativos son simplemente aquellos que nos hacen sentir mal. Pueden referirse a cualquier cosa: nuestro aspecto, nuestras capacidades, nuestras relaciones. A menudo nos causan estrés y ansiedad porque nos preocupa que puedan hacerse realidad. Y, para evitar esto, es importante aprender a manejarlos antes de que empiecen a afectar nuestra vida.
Todo nuestro sistema está unificado: funciona de forma muy armónica para salvaguardar nuestra integridad física y emocional todo el tiempo. Esa es como la prioridad número uno de nuestro gasto energético: sobrevivir.
Y cuando hay alguna especie de peligro, ya sea real o no, se despierta una alerta en nuestro sistema nervioso, y éste reacciona de formas defensivas. Pero la mente se puede confundir, pues no sabe si esa fuente de amenaza es físicamente real o es producto de la evocación de recuerdos o si la estamos viendo a través de una pantalla. Ella sólo entiende que hay algo que para nosotros es un peligro.
Pero cuando se trata de pensamientos, de toda la interpretación que les damos, se les considera como un peligro interno: es por eso que se activa la alerta en nuestro sistema nervioso. En otras palabras, estos pensamientos suelen causarnos mucho estrés, lo cual activa la respuesta de "lucha o huida". Esto significa que toda nuestra energía se destina a defendernos del peligro, lo que deja muy poco para cualquier otra cosa. Y esto también se ve reflejado mediante síntomas físicos como los dolores de cabeza, la gastritis, la taquicardia, entre otros.
Y así podemos ver el impacto que estos pensamientos tienen en nuestra salud. Pero en realidad sólo quieren ponernos a salvo y nos están pidiendo que nos cuidemos más, por eso la connotación de "negativos" no resulta muy útil al final. Al contrario, si a nuestra interpretación integramos la idea de que este pensamiento tiene la función de hacerme sobrevivir, probablemente empiece ese cambio significativo en cómo nos relacionamos con ese pensamiento. Asimismo, comprenderíamos cómo le hace nuestro sistema nervioso para protegernos.
Hay distintos tipos de pensamientos negativos: el pensamiento catastrófico, la autoculpabilización, la rumiación, el perfeccionismo y pensar en exceso.
Lo que ocurre con estos pensamientos es que suelen hacernos sentir también emociones incómodas. Y estas emociones pueden afectar la manera en que nos relacionamos con los demás y con nosotros mismos, o incluso las decisiones que tomamos en la vida (como dejar un trabajo, por ejemplo).
Un pensamiento no nos define. No somos ese pensamiento. Simplemente es un cúmulo de historias, de vivencias, de cosas que escuchamos que de repente pasan por nuestra mente y que no precisamente son ideas de nosotros o que nos definan.
Los pensamientos negativos forman parte del ser humano. No son necesariamente malos: pueden ayudarte a aprender de tus errores para que la próxima vez las cosas vayan mejor que antes. Y, al final, la única función que están cumpliendo es la de protegernos.
El pensamiento se torna negativo cuando nosotros le damos esa connotación. Por eso es importante comprenderlos y aprender a relacionarnos con ellos.
El primer paso es reconocer cuándo el pensamiento "negativo" empieza a apoderarse de tu mente y comprender cómo te hace sentir. Una vez que seas consciente de ello, te resultará más fácil empezar a desafiarlos y sustituirlos por otros más positivos.
Aquí te compartiremos algunas técnicas que pueden ayudar:
Asimismo, no olvides cubrir tus necesidades físicas, como el descanso, alimentarte bien, consentirte un poco, bajarle un poco a la presión del día a día. Ten en cuenta que todo lo que le hacemos a nuestro cuerpo físicamente repercute en lo emocional.
Recuerda que los pensamientos negativos son normales y que todo el mundo los tiene de vez en cuando. La clave es aprender a gestionarlos para que no afecten a nuestra vida cotidiana. Si consigues hacerlo, ¡podrás vivir una vida más plena!
Esos pensamientos no te definen, así que trabajemos en ellos para que no nos hagan dudar de nosotros mismos.
Antes de despedirnos, queremos recordarte que toda la información que aquí te compartimos, así como las recomendaciones que hacemos, no sustituyen lo que es una terapia psicológica o un diagnóstico. Por lo que te invitamos a buscar ayuda profesional para encontrar la guía adecuada.