Ansiedad Generalizada
El dolor en el pecho es uno de los síntomas más comunes que experimentan las personas cuando están con ansiedad. Este dolor puede ser agudo y difícil de describir o localizar. También puede sentirse como si tuvieras problemas para respirar y la garganta puede empezar a cerrarse. Los dolores de pecho debidos al estrés y la ansiedad suelen aparecer en la región superior de la espalda, la zona del cuello o incluso detrás del esternón.
Si tienes dolor de pecho por ansiedad es normal asustarse o tener miedo. ¡Cómo no habríamos de asustarnos si nos duele! Pero quizás el dolor puede deberse a nuestra postura física y la que mostramos ante la vida.
Desgraciadamente, el asustarnos sólo empeora las cosas pues agrega más tensión a la ya existente. Es por eso que en esta ocasión te queremos platicar sobre la importancia de la postura y de abrir tu pecho para sanar o aliviar tu corazón.
Si te fijas y te observas durante un día completo, te darás cuenta que constantemente encorvas la espalda llevando los hombros hacia delante, bajando un poco la cabeza y apretando el tórax, tu pecho y tu espalda.
Desde un enfoque emocional, esta postura significa dos cosas:
Cerrar tu corazón es cerrarte a la vida. ¿Te hace sentido?
Necesitas revisar tu postura constantemente a lo largo del día, hacer un alto y respirar profundo, enderezar tu espalda y echar los hombros hacia atrás suavemente mientras sientes cómo abres tu corazón.
Al tiempo que haces esto, vuélvete consciente de que te estás abriendo a la vida, al gozo, al placer y a la creación, y también que estás dispuesto a recibir los flechazos (miradas, insultos, palabras, abandono, juicio, ¡lo que sea!) de los demás.
Pero es preferible andar con el pecho abierto que estar cerrado haciéndote daño.
Digamos que por evitar que los demás te hagan daño, te lo estás haciendo tú, pues también te privas de las cosas positivas que puedes recibir. Recuerda que al cerrarte a las emociones negativas te cierras también a las positivas.
Así que te invitamos a que esta semana abras tu pecho, respires profundo y le des paso a la vida que está sucediendo a tu alrededor.
Si tu postura ante la vida es estar cerrado, protegiéndote, a la defensiva, paranoico y queriendo controlar todo lo que sucede, tu postura física lo reflejará, sobre todo alrededor del corazón: tensará esos músculos y a la larga te generará el dolor que sientes.
Si modificas tu postura ante la vida, mejorarás tu postura física y con esto poco a poco sentirás alivio en tu corazón.
Es curioso que cuando dormimos mostramos esta actitud o postura. Por eso esta misma noche, antes de dormir, revisa cómo te acuestas, y muévete de tal forma que sientas que estás relajado y abierto: echa tus hombros hacia atrás, deja que pase el aire y ábrete a la vida.
Es muy probable que tu corazón tan sólo esté siguiendo tus instrucciones de tensarse y acelerarse para hacerle frente a los supuestos peligros en los que estás, por eso es importante que hables con él y le digas que no están en ningún peligro, que puede relajarse. Dile que confías en él, en que sabe lo que hace, y que le permitirás hacer su trabajo. Dile que tú lo proteges y que no saldrá lastimado, pero que no por eso tienen que andar por la vida cerrándose a todo ni tú ni él.
Aparte de la postura, tanto física como emocional, las molestias en el pecho pueden ser causa de otros factores. Por ejemplo, las infecciones pulmonares e incluso enfermedades respiratorias que te causan tos pueden hacer que tus músculos del tórax, especialmente los del pecho, hagan un esfuerzo extra y duelan después de un tiempo.
Otra de las causas pueden ser algunas afecciones cardiacas en las cuales el flujo sanguíneo de tu pecho puede estar disminuido. Sin embargo, sabemos que el que nos duela algo nos remonta al peor escenario posible, pero si seguimos esta misma línea de pensamiento de que nos está sucediendo lo peor, es muy probable que tu cuerpo aumente la alerta y más síntomas incómodos aparezcan debido al estrés físico y mental que le estás añadiendo a tu cuerpo. Por eso lo mejor en estos casos sería observar a tu cuerpo, ayudarle a través de tu respiración a mantenerse fuera de un estado de alerta y así poder diferenciar entre síntomas genuinos de lo que le esté pasando a tu cuerpo y aquellos que aparecen a raíz del miedo e incertidumbre que estás sintiendo.
La indigestión o algunos malestares digestivos también pueden ser la causa de tu dolor de pecho, esto debido a que los jugos gástricos en ocasiones suben a nuestro esófago y eso puede causar una sensación de dolor y ardor en nuestro pecho e incluso una sensación incómoda a la hora de respirar.
Las molestias en el pecho también pueden estar causadas por la ansiedad y el estrés. Esto se debe a que la tensión del cuerpo provoca espasmos musculares que son dolorosos cuando se contraen alrededor de la cavidad torácica o la zona del diafragma. El dolor puede ser de leve a intenso, dependiendo de lo mucho que estés tensando los músculos en un momento dado, por ejemplo durante un ataque de ansiedad.
Si tus músculos del pecho están tensos es posible que cuando trates de respirar profundamente te duela. Imagina que vas un día al gimnasio o a alguna clase de actividad física, si entrenaste muy duro las piernas lo más seguro es que te dolerán mucho al día siguiente cuando subas las escaleras. Lo mismo sucede con tu pecho: después de estar tensado por mucho tiempo, quedará adolorido cuando los músculos torácicos intenten expandirse al momento de una inhalación profunda.
Las molestias torácicas provocadas por el estrés suelen describirse como una sensación similar a una banda alrededor de la parte superior del cuerpo, en lugar de dolores punzantes y agudos como los provocados por enfermedades cardíacas o problemas pulmonares. Como lo mencionamos antes, es normal sentir miedo e incertidumbre ante algún dolor o síntoma incómodo en tu cuerpo. Sin embargo, no olvides tratar de ayudar a disminuir el estado de alerta para que puedas evaluar de manera objetiva todos los síntomas y acudir a un especialista en el caso de ser necesario y si la molestia persiste.
¿Alguna vez has sentido que tu corazón deja de latir por un par de segundos o que de repente tu corazón te “salta” a la garganta? Si es así, entonces es probable que hayas tenido una extrasístole, la cual la podemos definir como una alteración del ritmo que lleva tu corazón en sus latidos. En pocas palabras son “latidos extras” que tu corazón da para adelantarse a la contracción normal de tu frecuencia cardiaca.
Las extrasístoles son comunes en la ansiedad porque tu ritmo cardíaco es elevado y tu presión arterial se dispara. Esto somete a los ventrículos a una tensión excesiva dando como resultado las extrasístoles. También pueden ser causadas por la hiperventilación, por lo que respirar dentro de una bolsa de papel si sientes que se produce una puede ayudar a aliviarla hasta que puedas calmarte.
Las extrasístoles también se relacionan con la ansiedad debido a que estar en un estado de alerta o estrés constante puede afectar el funcionamiento de tu sistema nervioso autónomo. Se ha demostrado que los desencadenantes más comunes de las extrasístoles son la cafeína, el alcohol y el tabaco, que tienen un efecto directo sobre tu sistema nervioso autónomo.
La ansiedad se relaciona al dolor de pecho de distintas maneras. Por lo que te recomendamos hacer un chequeo anual con un médico especialista para descartar otras anomalías.
Por otro lado, el estar en un estado constante de alerta, nos hace mucho más propensos a tener síntomas similares a los de las afecciones cardíacas, como la falta de aire y la sudoración ante situaciones de estrés. La ansiedad puede llevarnos a pensar que todas estas sensaciones se deben a una enfermedad o problema grave; para ello, es importante que puedas tener un acompañamiento terapéutico que te ayude a bajar los niveles de ansiedad, síntomas físicos y también todos esos pensamientos que nos atormentan cuando sentimos algún malestar.
Lo que te podemos recomendar para que disminuya el dolor que sientes en el pecho son ejercicios para liberar la tensión. Las técnicas de respiración son estupendas para esto, así como los estiramientos profundos antes de cualquier actividad que pueda causarte estrés o ansiedad.
Procura llevar tus hombros atrás y expandir tu pecho imaginando que se abre como dos puertas creando un espacio por el cual el aire, el oxígeno y las sensaciones pueden pasar.
La práctica de yoga es una forma estupenda de aliviar parte del dolor provocado por el estrés o la ansiedad, sacando toda la energía atrapada en el interior después de estar encerrado en el trabajo todo el día.
Otra de nuestras recomendaciones son los masajes. Puedes hacerlo tú mismo apoyando las yemas de los dedos sobre tu pecho haciendo presión a diferente ritmo con cada uno de tus dedos, simulando que tu mano va caminando por todo tu pecho, hombros y clavícula. Puedes hacer esto durante algunos minutos en la ducha con una temperatura de agua agradable, acompañado de tu respiración profunda y lenta y concentrándote en las sensaciones de presión y relajación de tu pecho.
También recomendamos hacer descansos durante las situaciones de estrés siempre que sea posible, ya sea saliendo a tomar aire fresco o incluso simplemente alejándote cinco minutos de lo que te haya causado la angustia para darte tiempo a relajarte de nuevo.
Una última cosa que nos gustaría recomendarte es la meditación. Esta es una forma estupenda de liberar tensión y dejar ir cualquier pensamiento que pueda estar causándote dolor, tanto si está relacionado con el momento actual como si no. Una meditación no es precisamente poner tu mente en blanco ni intentar eliminar todos los pensamientos o sensaciones negativas que estén pasando por ti. En lugar de esto, ten presente que al meditar únicamente observarás, apoyándote en tu respiración, las sensaciones que notes en tu cuerpo ya sean agradables o desagradables. El simple hecho de llevar tu atención a ellas hará que sientas alivio.
Finalmente, recuerda agradecer a tu cuerpo por hacer todo lo que hace día a día aun sin que tú se lo pidas. Vuelve a confiar en tu cuerpo y en su fuerza para permitirte estar a salvo.
El corazón tiene inteligencia propia, ¿lo sabías? Y esa misma inteligencia hace lo que sea necesario para ayudarte a lograr lo que estás queriendo lograr. Si esto es protegerte, él se protegerá y tensará los músculos alrededor de él. Por eso la importancia de decirle que estás a salvo y que puede relajarse.
Pero antes de despedirnos, queremos recordarte que toda la información que aquí te compartimos no sustituyen lo que es una terapia psicológica o un diagnóstico. Por lo que te invitamos a buscar ayuda profesional para encontrar la guía adecuada.
Colaboradores: Pau Gámez y María Milagros.