Ansiedad Generalizada
Hola, soy la ansiedad.
Sé que sientes horrible cada vez que aparezco, que te desesperas y quisieras mandarme a volar. Sé que harías lo que fuera por deshacerte de mí, sobre todo porque crees que soy yo la que te quiere hacer daño, pero créeme que eso no es lo que yo busco.
No estoy aquí para hacerte daño, mucho menos para volverte loco, aunque pueda parecer todo lo contrario cada vez que llego a tu cuerpo, ya que hago un relajo y te asusto, pero ese no es el punto.
La verdad es que aparezco y te hago sentir todo eso porque no he podido encontrar otra manera de hacerme escuchar por ti. Has estado tan ocupado tratando de ser exitoso y productivo y de demostrarle a los demás que eres digno de ser amado, que no escuchabas mis pequeñas señales.
¿Recuerdas esa vez que te dio un dolor de cabeza? ¿O cuando tuviste insomnio por más de 2 horas? ¿O qué tal esa vez que sin razón aparente te soltaste a llorar?
Bueno, pues todas esas veces era yo tratando de que me escucharas, pero no lo hiciste, seguiste con tu ritmo de vida, seguiste con tu misma manera de pensar… Entonces intenté algo más fuerte: hice que te temblara el ojo, que se te taparan los oídos y que te sudaran las manos. Pero tampoco me quisiste escuchar.
Acá entre nos, los dos sabemos que sentías mi presencia. Es por eso que cada vez que te quedabas solo, te empezabas a poner nervioso, como si algo te impidiera quedarte quieto. Te desesperabas, porque no “entendías” con tu mente racional lo que estaba pasando. Y, claro, con tu mente racional no me ibas a entender.
Y te felicito por estar leyendo esto. Porque significa que ya tienes el valor de escucharme. Y créeme, nadie mejor que yo sabe de tu gran habilidad para evitarme y salir corriendo, huyendo de mí tal como huirías de algún monstruo en un bosque oscuro.
Como esas veces que me evitas y te distraes durante horas con la televisión o con las redes sociales, viviendo a través de la pantalla las vidas de personas que ni conoces para no tener que enfrentar el hecho de que tu propia vida no te gusta.
¿O qué tal esas veces que con un par de tragos lograbas adormecer tus nervios e inquietud? Y ni qué decir todas las demás sustancias que, más allá de adormecerte, te fugan de esta realidad que no quieres enfrentar.
Pero bueno, espero que ahora estés listo para enfrentar tu realidad y escucharme por fin. Para enfrentar la verdad de tu vida y de ti mismo tal y como es, sin máscaras, sin atajos, sin pretensiones. Así que aquí te van las cosas como son.
Lo único que llevo tratándote de decir todo este tiempo es que ya es momento de evolucionar. Necesitas hacerlo, no hay de otra.
Necesitas crear cambios muy profundos dentro de ti porque, por alguna razón, no estás disfrutando de tu vida y no te sientes pleno. Por eso es que estoy aquí. Para ayudarte a recuperar esa plenitud que vive dentro de ti. Y para lograrlo, tendrás que deshacerte de lo que te impide contactarla.
Estoy aquí para ayudarte a ver precisamente qué te impide contactar con tu sentido de vida, con tu pasión por vivir, con tu alegría y con tu verdadero ser, es decir, con tu esencia. Cada vez que yo aparezca en tu vida será porque no te has dado cuenta por ti mismo que no estás siendo pleno y feliz, así que si vuelvo a aparecer, no te asustes, mejor aprende a escucharme.
Si realmente me escuchas, no tardarás en hacer los cambios que necesitas en tu vida. Pero todo depende de ti: ¿qué tanto quieres volver a sentirte bien? Yo sé que eso es lo que realmente quieres, pero también entiendo que a la vez tengas ganas de seguir en tu zona de confort, viviendo con lo conocido, aunque sea eso lo que te hace daño.
Prefieres seguir buscando la aprobación y aceptación de los demás, haciendo hasta lo imposible por llamar su atención. Prefieres que los demás sean responsables de tu persona, por eso que buscas seguridad en cualquier persona menos en ti.
Pero te tengo una noticia. Las cosas no funcionan de esa manera. Necesitas asumir que eres responsable de ti y que solamente tú me podrás escuchar y prestar atención. Una vez que me hayas hecho caso, créeme que me iré. Solamente tú puedes hacer que me vaya. Pero es fundamental tu camino hacia la evolución, tu crecimiento.
Necesitas de mí para modificar tu manera de interpretar tu realidad, la cual déjame decirte que está un poco distorsionada. Necesitas deshacerte de creencias que no te ayudan y que nada más te limitan. Necesitas perdonar todo ese enojo que guardas a tus seres queridos y recuperar tu libertad interior. Y, sobre todo, necesitas de mí para hacer lo que te gusta en la vida, para ser tú mismo y perder el miedo al rechazo o abandono de los demás.
Necesitas de mí para ponerle límites a las personas que te lastiman; para que te agarres de valor y aprendas a decir que “no”; para que dejes de mendigar amor con quien no te merece; para que dejes de depender de la existencia de tu pareja para ser feliz, y para que de una vez por todas empieces a cuidar tu cuerpo. Necesitas darle el alimento que necesita, dejar de criticar tu físico y agradecerle por lo que te da; haz que sude y que se mueva; ten tus hormonas al día y duerme las horas que necesitas.
¿Por qué te explotas? ¿Por qué te exiges tanto? Tienes toda la capacidad que necesitas para crear tu propia realidad, pero te tratas como tu propio esclavo. Eres demasiado severo contigo mismo. Y yo estoy aquí para pedirte que simplemente dejes de hacerlo.
Si realmente quieres que me vaya, toma el timón de tu vida y pregúntate qué has hecho que te ha sacado de tu equilibrio interior. Pregúntate realmente cómo quieres vivir y lucha por esa vida. Es tu vida, y solamente tú puedes decidir sobre ella.
El único control que puedes tomar es el de ti mismo, pero para recuperarlo, tendrás que aceptar que lo has perdido. Deja que yo me exprese, porque si me reprimes y te distraes cada vez que llego, no podré hablarte, y entonces haré más ruido.
La próxima vez que me sientas llegar, haz un alto y cierra los ojos. Permítete sentir todo. Apaga tu mente racional por un momento. Déjate llevar e intenta entenderme... Después, empieza el cambio en tu vida con acciones claras y específicas, y, cuando menos te des cuenta, me habré ido.
Espero no tener que llegar muchas veces más en tu vida, pero si lo hago, recuerda que no quiero lastimarte. Quiero ayudarte a que recuperes tu propio camino de evolución, el camino que te hará muy feliz.
Y ya para terminar, ojalá puedas verme como lo que soy: tu esencia.
Soy tú mismo gritándote con desesperación que me escuches por favor. Así es que hola, yo soy tú, hablándote desde el fondo de tu corazón, desesperado tocándolo para que me pongas atención.