Ansiedad Generalizada
¿Ha experimentado alguna vez náuseas como síntoma de ansiedad? No es un fenómeno infrecuente. Las náuseas pueden deberse a varias causas, pero lo más habitual es que se produzcan cuando los músculos del estómago se contraen con demasiada fuerza o frecuencia. En este artículo se ofrecen algunos consejos sobre cómo aliviar este síntoma para que pueda sentirse mejor y vivir su vida.
Las náuseas son un síntoma común de la ansiedad. Cuando el cuerpo se siente ansioso, puede reaccionar produciendo más ácido estomacal y ralentizando la digestión. Esto puede provocar náuseas en algunas personas. Si experimenta náuseas como resultado de su ansiedad, hay muchas maneras de aliviar esta sensación por su cuenta sin tener que ir a ver a un médico.
Hay que tener en cuenta que hay dos tipos de náuseas: las agudas y las crónicas o recurrentes. Las náuseas agudas se experimentan cuando hay un motivo específico para ellas. Este tipo de náuseas suele durar sólo hasta seis horas y a menudo desaparecen por sí solas tras vomitar o tomar medicamentos
Las náuseas crónicas o recurrentes, sin embargo, pueden ser debilitantes porque la persona las experimenta durante todo el día sin que haya alivio a la vista. Los síntomas crónicos suelen estar relacionados con los trastornos de ansiedad, pero también pueden estar causados por otras cosas, como las condiciones de dolor crónico, el trastorno de mareo (es decir, las náuseas matutinas), la acidez, la enfermedad de reflujo gastroesofágico (ERGE), las migrañas, las infecciones de oído que provocan una presión detrás del tímpano conocida como barotrauma, entre otros.
Recuerda que la ansiedad se puede manifestar de diferentes maneras:
Éstas son sólo algunas de las formas en las que el cuerpo puede reaccionar cuando se encuentra en un estado de miedo, porque hay muchas diferentes. La única forma de saber con seguridad si tus náuseas están causadas por la ansiedad es acudir a un médico especializado en este tipo de cosas: ¡podrá determinar exactamente lo que ocurre sin ningún problema! Sigue leyendo para conocer algunos consejos útiles sobre la mejor manera de afrontar este tipo de situaciones.
El vómito, que también se conoce como emesis, es controlado por una zona llamada el centro del vómito localizado en bulbo raquídeo cerca de la base del cerebro el cual recibe información de otras áreas del cuerpo que también es factor que ocasiona la acción de vomitar, puesta que la ansiedad emite información negativa a esta área. Cuando el centro del vómito recibe estas señales el sistema nervioso se activa y detiene las funciones del aparato digestivo, así que segrega sustancias como la adrenalina, que acelera el ritmo cardiaco y va afectando el estómago al grado que empezamos a sentir sensaciones incómodas e inusuales que nos generan náuseas y terminamos vomitando.
El vómito es un reflejo natural que nos ayuda a deshacernos rápidamente de los tóxicos desencadenando las náuseas. Las náuseas envían mensajes a través de nuestro sistema nervioso por varias vías hasta llegar a nuestro cerebro, diciéndole lo que va mal para que podamos actuar contra ello (es decir, vomitar) ¡la mayoría de las veces sin saber siquiera por qué! Esto ha ayudado a los humanos a sobrevivir durante años, porque si algo nos hace sentirnos mal en milisegundos, entonces debe ser una mala noticia y nuestro cuerpo necesita deshacerse de ella lo antes posible.
La ansiedad es una causa muy común de las náuseas, que puede desencadenar los vómitos en algunos casos. El motivo puede ser que la ansiedad provoca sentimientos negativos difíciles de describir: te sientes estresado, asustado o inquieto por algo, pero no puedes precisar exactamente qué es lo que va mal en tu vida en ese momento, y este tipo de emociones tienden a manifestarse físicamente a través de síntomas como palpitaciones, falta de aliento, manos temblorosas, e incluso dolores de estómago acompañados de una sensación irracional que nos hace querer vomitar.
Si tenemos emociones fuertes hacia algo en ese momento (por ejemplo, alguien que nos corta el paso), nuestro cuerpo libera hormonas como el cortisol en nuestro torrente sanguíneo, que no sólo afectan a nuestro sistema digestivo, sino que también hacen que nuestra mente se sienta nerviosa y estresada.
Puede que no te des cuenta de lo poderosa que puede ser la ansiedad pero puede causar una serie de efectos negativos. Sin embargo, muchos de estos síntomas se deben a que el cuerpo entra en el modo "lucha o huida" y, una vez que haya terminado, las náuseas se desvanecerán por sí solas.
En pocas palabras, la ansiedad y los nervios están ligados a nuestro estómago. Cuando una situación nos estresa, la tensión se acumula en nuestro vientre, provocando gran angustia y originando ganas de vomitar.
Por eso también mucha gente tiene mariposas o se siente mal del estómago cuando está ansiosa. Es una reacción natural, pero puede ser problemática si tienes ansiedad y la anticipación de estar enfermo te pone aún más nervioso, lo que tiende a empeorar las cosas.
La emetofobia se refiere al miedo a vomitar y a experimentar esa sensación, la cual genera una alteración en el sistema nervioso, eleva la tasa cardiaca, dolor de cabeza o falta de aire.
Puede estar provocado por diversos factores, y a menudo se produce como síntoma de otras manifestaciones de ansiedad, como los ataques de pánico o las fobias sociales (especialmente las que tienen lugar en lugares públicos).
La emetofobia también está estrechamente relacionada con la agorafobia, que se refiere al miedo a no poder escapar de cualquier situación peligrosa en la que te encuentres, especialmente si tiene lugar fuera de tu casa. Una persona con emetofobia/agorafobia no sólo debe evitar las situaciones en las que puede vomitar, sino que también le hace creer que evitar esas situaciones evitará que su resultado temido -el vómito- vuelva a producirse.
Este tipo de pensamiento lleva a las personas con emetofobia/agorafobia al aislamiento, porque incluso ir a un médico o una tienda puede hacerles creer que van a vomitar allí.
Los emetofóbicos deben recordar que la ansiedad hace que nuestro cuerpo produzca adrenalina y cortisol aunque no los necesitamos, y que a menudo experimentamos los síntomas del vómito (náuseas y dolor) sin llegar a vomitar.
Si eres una persona con emetofobia/agorafobia que quiere mejorar reduciendo sus niveles de ansiedad, ¡sigue leyendo este artículo!
Las náuseas matutinas suelen estar relacionadas con el embarazo, porque el cuerpo de la mujer percibe una presencia extraña en el útero. Pero algunas mujeres experimentan náuseas matutinas también durante su ciclo menstrual, lo que se conoce como náuseas y vómitos "menstruales" o premenstruales .
Cómo aliviar las náuseas: Para aliviar las náuseas te damos las siguientes recomendaciones
En primer lugar, intenta no centrarte demasiado en tus náuseas. Si lo haces, sólo conseguirás aumentar la sensación de miedo y temor a vomitar, lo que hará que tengas muchas náuseas En su lugar, respira profundamente desde el diafragma tan a menudo como puedas a lo largo del día. La respiración profunda estimula una zona de nuestro cerebro llamada sistema nervioso parasimpático (que nos calma), ayudando a disminuir ese sentimiento.
Además, intenta descansar mucho para que tu cuerpo tenga la oportunidad de recargarse y recuperarse de los ataques de ansiedad anteriores. Cuanto más cansado estés, más difícil será para tu cerebro seguir produciendo hormonas del estrés que empeoran las náuseas. Y recuerda siempre: ¡no te exijas demasiado! No debes sentirte culpable si necesitas un descanso de vez en cuando, porque esto sólo aumentará la sensación de pánico, que puede conducir a los vómitos. Cuídate haciendo ejercicio con regularidad (para reducir la producción de la hormona del estrés), evitando el alcohol, la cafeína, la nicotina (productos del tabaco) y otras drogas, ya que parece que empeoran o incluso provocan náuseas agudas en algunas personas diagnosticadas con un trastorno de ansiedad.
A continuación te presentamos unos ejercicios de respiración que te ayudarán con esto.
Entre sus beneficios están que reducirán las náuseas, disminuirán el estrés y la ansiedad.
Además, son fáciles de hacer en casa o en cualquier lugar al que vayas. Algunas pueden hacerse en público sin que nadie se dé cuenta de lo que estás haciendo. Tampoco llevan mucho tiempo, así que no interferirán en tus actividades diarias.
De igual manera reduce las hormonas del estrés en la sangre.
Estos ejercicios pueden ayudar a todos los que tienen emetofobia, pero es aún mejor si se combinan con otros tipos de tratamiento, como la medicación o las terapias habladas, como la terapia cognitivo-conductual (TCC). Sin embargo, puede que no funcionen para todos los pacientes, ya que algunas personas necesitan tratamientos más intensos que otras.
Si estas técnicas de respiración no parecen aliviar tus síntomas, consulta a un médico porque puede haber otro problema de salud subyacente que necesite atención especial antes de empezar cualquier tipo.
También pueden ir acompañada de otros síntomas: Tensión muscular, dolores de cabeza, fatiga, malestar estomacal, sensación de opresión o ahogo, aumento de la sudoración o sentirse transpirado, diarrea o estreñimiento, temblores, falta de equilibrio o inestabilidad, rubor o palidez, mareos, náuseas o vómitos, hiperventilación, cambios en la alimentación y pérdida del deseo sexual.
Objetivo: Tensar diferentes partes del cuerpo para luego relajarlas:
Las náuseas son un síntoma común de la ansiedad y también pueden ser provocadas por el estrés. Hay muchas técnicas que puedes utilizar para ayudar a reducir los síntomas: desde la meditación, las imágenes guiadas o los ejercicios de respiración hasta el ejercicio físico, el yoga o incluso algo tan sencillo como respirar profundamente cuando te sientas ansioso.
Si buscas más información sobre este y otros síntomas que pueden acompañar a las demás manifestaciones de la ansiedad, ¡consulta nuestra página!
Y antes de despedirnos, queremos recordarte que toda la información que aquí te compartimos, así como los ejercicios que te sugerimos, no sustituyen lo que es una terapia psicológica o un diagnóstico. Por lo que te invitamos a buscar ayuda profesional para encontrar la guía adecuada.
Colaboradores: Brenda Verdiguel y Pablo Aparicio.