Cuando un niño se acerca a decirnos: sabes, no soy bueno para la escuela, nunca lo seré. seguro voy a reprobar, soy un tonto, yo no puedo. Algo nos pasa. Tenemos una reacción.
Recuerda que las emociones pasan, incluso las más desagradables. Tienen momentos en que se activan, que se viven intensamente y luego poco a poco van desvaneciéndose. No te preocupes si sucede algo desafortunado, tu hijo no se va a quedar triste o enojado para siempre.
Errar, fallar, o no lograr el objetivo a la primera, segunda o tercera es parte del proceso de aprendizaje y cada intento es oportunidad valiosísima para que mejore su técnica, su estrategia, su pensamiento reflexivo, su manejo emocional, y practique el volver a ponerse en pie una y otra vez. Así que más que temerles te invito a ver la manera de sacarles provecho. Si cuando vas a intervenir piensas: “Pobrecito, nunca puede, esta tristeza es demasiado grande para él” o regañándolo y exigiéndole, puede ser que se desaproveche la oportunidad.
En cambio si adquieres una actitud de maestra empática y te concentras en cómo hacer para que aprenda algo valioso de la situación, no tratarás de rescatarlo de sus emociones, ni le dirás que se sienta diferente, sino que lo invitarás a la reflexión.
Empieza por los pasos empáticos que te ayudarán a estar en conexión con él antes de actuar.
Una vez hecho esto, recuérdale que las cosas valiosas e importantes, requieren de práctica, esfuerzo sostenido y algunos o muchos intentos fallidos para lograrse.
Si sus pensamientos siguen con aquello de: “yo no soy bueno para nada”, “Soy un tonto” prueba decirle: “hijo, eso es solo un pensamiento y vamos a ver si es real o no, por que ya ves que los pensamientos se equivocan o dicen mentiras, sobretodo cuando estamos cargados emocionalmente. A ver, llevas años sacando buenas notas, o en tus otras materias te va muy bien. No creo que tu inteligencia sea el problema, el tema a resolver está en cómo te preparaste para el examen. ¿Qué se te ocurre que puedas hacer diferente la próxima vez?”
Permite que por un buen rato él busque soluciones, y solo entonces si lo consideras necesario puedes ofrecer ayuda.
Con todo esto lo ayudas a tener una interpretación clara de la situación, sin endulzar ni maquillar la realidad, sino ayudándolo a salir de la trampa que dice que él es malo para todo, que siempre le va a ir mal sin importar lo que haga.
También te recomiendo que le hagas saber que estás convencida, así como de que la tierra es redonda, de que si lo intenta lo suficiente será capaz de lograr su objetivo.
Espero que esta información te sea de utilidad. Te sugiero que apuntes los pasos en un papelito y lo tengas cerquita de ti, porque a la hora de estar en la situación se nos olvida que tocaba hacer, pero si tienes la guía por un lado te será más fácil seguir el proceso.